Y los plurinominales son de Beatriz
Columna JFM

Y los plurinominales son de Beatriz

Quizás lo más notable ha sido la forma en que Beatriz Paredes ha logrado en las listas plurinominales del PRI imponer a buena parte de sus candidatos, incluyéndose ella misma entre los aspirantes de representación proporcional y apostando con ello no a ser la coordinadora de la bancada tricolor (porque ello le impediría en lo inmediato seguir siendo la presidenta del partido) pero sí a tener el control de la misma a través de los muchos operadores propios que ha logrado colocar en la futura bancada (y por eso, personajes que aspiraban a coordinar a los diputados, como Enrique Jackson, no han aparecido en las listas del PRI).

Los partidos tienen prácticamente listas sus candidaturas y hasta ahora no hay sorpresas. Quizás lo más notable ha sido la forma en que Beatriz Paredes ha logrado en las listas plurinominales del PRI imponer a buena parte de sus candidatos, incluyéndose ella misma entre los aspirantes de representación proporcional y apostando con ello no a ser la coordinadora de la bancada tricolor (porque ello le impediría en lo inmediato seguir siendo la presidenta del partido) pero sí a tener el control de la misma a través de los muchos operadores propios que ha logrado colocar en la futura bancada (y por eso, personajes que aspiraban a coordinar a los diputados, como Enrique Jackson, no han aparecido en las listas del PRI).

La verdad es que el priismo ha recurrido a muchos, demasiados quizás, de sus personajes más conocidos para componer su lista de candidatos. En el equipo de Beatriz ganó la más estricta ortodoxia y allí tuvieron su posición todas las estructuras del tricolor, desde la CNC hasta la CTM pasando por el Movimiento Territorial y todos los grupos de poder del priismo. Eso le quitó espacio al PRI en sus listas para cualquier atisbo de candidatura ciudadana: son los suyos candidatos del establismenth del partido, incluso entre las que se pretenden presentar como candidaturas jóvenes: no pueden representar éstas, tengan o no méritos para ocupar esas posiciones, Federico Madrazo, el hijo de Roberto, o Alejandro Murat, el hijo (dicen que afortunadamente mucho más sensato) que el ex gobernador José Murat. En realidad, los que podrían haber sido las figuras jóvenes del priismo han quedado, sobre todo en el partido Verde, como Pablo Escudero. Entre los priistas hay operadores políticos con mucha experiencia y paso por las cámaras como César Augusto Santiago y candidaturas, pocas, entre jóvenes interesantes, como la de Claudia Ruiz Massieu.

Lo cierto es que el PRI no parece haber buscado sorprender a nadie con sus candidaturas. Por el contrario, es una distribución de poder entre los distintos grupos donde los gobernadores tuvieron un peso muy importante en la decisión de sus candidaturas locales y la presidenta del partido en las listas plurinominales, mismas que a su vez distribuyó entre los mandos de la propia estructura del partido. ¿Quiénes están con Beatriz?. Básicamente los grupos más tradicionales del partido, particularmente en los estados del sur y el centro. Que a nivel de los propios estados las cosas son más complejas y que la presidenta del partido ha tenido que aceptar candidaturas que sabe difíciles o de plano condenadas, lo vemos en Colima con Mario Anguiano, una imposición del gobernador Silverio Cavazos, o en Sonora con Alfonso Elías Serrano, el candidato que logró colocar el gobernador Eduardo Bours, en su caso en coalición con el partido Nueva Alianza. Y me imagino que una alianza con Elba Esther Gordillo no le debe haber caído en gracia ni a Beatriz ni a Beltrones. En ambos estados, por cierto, la amenaza del panismo es real.

Dos temas resultan interesantes a partir de esta nueva repartición de posiciones. Por una parte, cómo reaccionará el priismo ante la acumulación de poder que se ha dado en torno a Beatriz Paredes. No es ninguna novedad decir que son tres los principales precandidatos del PRI: Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones y la propia Beatriz. Y si bien las encuestas muestran arriba al gobernador mexiquense, tanto Manlio como Beatriz están ahí en dos sentidos: por una parte para ocupar los espacios de poder que trascienden a Peña, pero también porque todos sabemos que falta mucho tiempo para el 2012 y lo que no puede hacer un partido que tiene aspiraciones serias de regresar al poder es apostar a una sola carta: la historia reciente ha demostrado que todas, por una u otra circunstancia, pueden ser vulnerables.

El segundo punto es la unidad del propio priismo. En el 2003 el PRI ganó la cámara de diputados con amplitud, en el 2005 ganó el estado de México con más de 50 por ciento de los votos y unos meses después, la ruptura entre Madrazo y Elba Esther Gordillo era definitiva; con un golpe informativo la precandidatura de Arturo Montiel se hizo humo y el tricolor tuvo con Madrazo candidato y Elba apoyando al PAN, la peor elección de su historia. En esta ocasión el proceso interno, como en el 2003, ha salido adelante con bastante pulcritud, pero tendrá un momento de tensión adicional con la llegada de Beatriz a la cámara y continuará agudizándose en el futuro, cuando se acerque el 2012.

Un tercer elemento tendrá influencia de cara al futuro. A pesar de que existen cálculos muy optimistas en el PRI respecto a las elecciones del 5 de julio, la verdad es que las mismas aparecen mucho más cerradas que lo que indican algunas encuestas (no todas) y que la moneda electoral está en el aire. EL PRI que había respondido muy bien en los dos años pasados comenzó a equivocarse con distintos temas, sobre todo en su respuesta al desafío que sobre seguridad le impuso Germán Martínez y eso ha resultado evidente en las encuestas. La memoria antipriista está más presente de lo que algunos creen, sobre todo si, como ahora sucede, la gran mayoría de sus candidaturas tienen una larga historia política y la renovación tan publicitada no se termina de reflejar en ellas. Y es que pese a que la reforma electoral buscó que se concentrara todo el poder en los partidos para buscar votos más ligados a ellos que a sus individualidades, la gente, en un porcentaje alto, sigue votando, más por los candidatos que por los partidos. Y la buena o mala imagen siguen imponiéndose. Por eso, el 5 de julio tendrá resultados mucho más cerrados de lo que muchos creen. La moneda electoral todavía está en el aire.

Y hablando de monedas en el aire: no pierda usted de vista en los próximos días a Josefina Vázquez Mota. Tendrá y mucho que decir desde la margen panista del proceso electoral.

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