Un virus nuevo e impredecible
Columna JFM

Un virus nuevo e impredecible

Es el peor escenario que podían preveer los epidemiólogos aunque sabían que inevitablemente ocurriría y sabían además dónde: China, India, América del Norte eran las tres zonas que mayor posibilidad tenían de disparar una pandemia de alguno de los muchos virus que están mutando, que pueden transformar una enfermedad tradicional y benigna en mortal y que pueden ser trasladados de un lugar a otro del mundo con sorprendente rapidez. Eso es lo que ha ocurrido en nuestro país desde la semana pasada y ha puesto en alerta al mundo.

Es el peor escenario que podían preveer los epidemiólogos aunque sabían que inevitablemente ocurriría y sabían además dónde: China, India, América del Norte eran las tres zonas que mayor posibilidad tenían de disparar una pandemia de alguno de los muchos virus que están mutando, que pueden transformar una enfermedad tradicional y benigna en mortal y que pueden ser trasladados de un lugar a otro del mundo con sorprendente rapidez. Eso es lo que ha ocurrido en nuestro país desde la semana pasada y ha puesto en alerta al mundo.

Le estamos llamando epidemia de influenza porcina pero en realidad no es exactamente “eso”. Como lo han establecido las autoridades de la Organización Mundial de la Salud se trata de “un virus nuevo e impredecible”, que es muy similar al de la influenza porcina pero contiene también elementos del de la gripe aviar y de la influenza humana. De allí, de esa “impredicibilidad” viene el temor nacional e internacional por lo que está sucediendo. El virus ha mostrado una enorme capacidad para propagarse rápidamente y el periodo de incubación que apenas la semana pasada se consideraba que era de entre una semana y diez días ya se ha establecido que es de entre 24 y 48 horas. Tan impredecible es su comportamiento que, pese a que el virus ya se ha extendido y se han detectado casos sobre todo en Estados Unidos; en Canadá (de donde habría surgido la primera advertencia sobre el carácter de la enfermedad); en España e incluso en lugares tan lejanos como Nueva Zelanda e Israel, lo cierto es que las autoridades sanitarias internacionales aún se preguntan porqué está resultando mucho más mortal en México que en cualquiera de esos países. Y no se trata de atención médica o de medicinas diferentes. La respuesta científica aún no la tenemos.

Eso es lo que ha puesto sobre la mesa el día de ayer cuando el gobierno estadounidense declaró emergencia médica nacional por el peligro de la extensión de esta epidemia ante el surgimiento de casos en varios lugares del país, sobre todo en California, Texas y Nueva York, el único término más temido que el de pandemia: bioterrorismo. Las autoridades estadounidenses, que colocaron a la secretaria de seguridad interior Janet Napolitano al frente de la emergencia médica, ante preguntas de los medios sobre esa posibilidad sólo dijeron que no tenían idea, que todo era posible. Suena poco probable, aunque nadie sepa de dónde provino el virus y cómo pudo mutar. El virus original proviene de Asia pero no existe claridad aún sobre cómo pudo adquirir sus otros componentes (de influenza aviar y humana) y mucho menos cuál fue el caso cero, el que detonó la epidemia. Menos aún cómo llegó y estalló en México.

En este contexto la actuación de las autoridades, apenas recibieron la confirmación de que algo grave y diferente estaba ocurriendo, que no estábamos ante casos tradicionales de influenza, ha sido acertada: el jueves pasado mismo, se reunió de emergencia el gabinete de seguridad y el de salud y se tomaron decisiones inmediatas: esa misma noche se suspendieron clases en todos los niveles y se redujeron sustancialmente todos los espectáculos públicos. Se logró informar con rapidez que las vacunas contra la influenza no servían y que el tratamiento con antivirales era lo adecuado ante la presencia de síntomas de la enfermedad. Las intervenciones del secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos fueron oportunas y medidas, aunque por la magnitud del desafío tendría que estar acompañado por el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, porque el tema trasciende la salud pública (por eso la responsable en Estados Unidos no es el cirujano general de ese país sino Janet Napolitano). En este sentido, el decreto presidencial respecto a las medidas de salvaguarda que se podían adoptar (obligar al internamiento de personas enfermas, por ejemplo) no pueden ser interpretadas como autoritarias sino como parte de un protocolo internacional establecido para este tipo de eventos desde que se dieron los primeros casos de SARS y gripe aviar. Y la decisión de suspender clases y otras actividades hasta el 6 de mayo suena lógica, sobre todo si tomamos en cuenta que se ha determinado que el periodo de incubación y por lo tanto de contagio es mucho menor al esperado: de 24 a 48 horas. Si es así, si el virus es tan rápido, nuevo e impredecible, lo que ocurra en las próximas horas será determinante para el futuro y para evitar que el virus se propague fuera de límites controlables. Y para ello se requieren arduos esfuerzos nacionales pero también internacionales, con una fuerte participación de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá, de la OPS y la OMS.

En todo caso, lo que se debe evitar es el pánico. Se deben y pueden adoptar todas las precauciones lógicas, pero lo peor sería que la gente cayera en una situación de temor generalizada: no sirve salir de las ciudades con mayor índice de incidencia y tampoco automedicarse. Existen instalaciones y medicinas suficientes para atender a cualquier persona que pueda presentar síntomas y si éstos son atendidos a tiempo no tendría porqué, salvo casos extremos, existir problemas.

También es irresponsable propagar información falsa: el director del Museo Nacional de Antropología, Felipe Solís, no murió unos días después de la cena con Obama en ese lugar como consecuencia de esta enfermedad, sino de un coma diabético. No hay ningún elemento que permita concluir que se trata de un ataque provocado, ni contra México ni contra Estados Unidos. No existen vacunas milagrosas para prevenir esta enfermedad pero sí medicinas que la curan. No se tiene planeado cerrar las ciudad de México ni otros puntos del país o del mundo. Las epidemias como las que estamos sufriendo, insistimos, son impredecibles, pero deben ser atendidas dentro de un protocolo, como se está haciendo y lo mejor, para todos, es respetar rigurosamente las medidas de prevención.

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