La epidemia desde la política
Columna JFM

La epidemia desde la política

El presidente Calderón mantuvo una presencia constante, pero discreta, que contrastó con el protagonismo asumido por Marcelo Ebrard.
En una situación de crisis como la que hemos vivido, hay personajes que destacan y, otros, demuestran que por alguna razón no están a la altura de sus responsabilidades. Una crisis, por definición, es también una oportunidad y algunos, en la vida y la política, la aprovechan y otros sencillamente la dejan pasar.

En una situación de crisis como la que hemos vivido hay personajes que destacan y otros que demuestran que por alguna razón no están a la altura de sus responsabilidades. Una crisis, por definición es también una oportunidad y algunos, en la vida y en la política, la aprovechan y otros sencillamente la dejan pasar.

Es verdad que sobre todo en el gabinete presidencial hubo una orden estricta de centralizar los mensajes y hacerlo a través de una sola voz, en este caso, el secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos, que se debe reconocer que realizó una labor muy destacada como vocero, en los hechos, del gobierno federal. Córdova quizás es uno de los hombres que más ha aprendido en estos años y ha sabido, también, ratificar cuando se ha equivocado. Ahora lo vimos con el virtual desplazamiento de Mauricio Hernández de la subsecretaria de salud y la reaparición de Pablo Kuri y de otros funcionarios con experiencia en esos ámbitos que participaron en el periodo de Julio Frenk, que también, en forma discreta ha tenido una participación muy importante en todo este proceso. Córdova Villalobos es sin duda uno de los miembros del gabinete que más fortalecido ha salido de la crisis. El presidente Calderón mantuvo una presencia constante pero discreta, que contrastó, sobre todo, con el protagonismo que asumió Marcelo Ebrard en el DF (y me dicen que Marcelo de los Santos en San Luis Potosí).

Cuando comenzó la emergencia decíamos en este espacio que por las características de la misma era importante la presencia de Fernando Gómez Mont. Se tomó la decisión de que el secretario de Gobernación no apareciera públicamente, en parte por el inicio del proceso electoral, pero la información con la que contamos señala que realizó con intensidad su labor y se decidió que los mensajes de un contenido más global, como ocurrió, los ofreciera el propio presidente Calderón. El que sí apareció, y mantuvo una buena presencia aunque el gobierno federal debe avanzar mucho más en definiciones en ese ámbito, fue el secretario del Trabajo, Javier Lozano, que tuvo que explicar las medidas adoptadas sobre todo en el ámbito laboral y productivo, incluyendo algunas decisiones, sobre todo del DF, que no se correspondían con las decisiones federales y hacerlo sin generar una ruptura. Y lo hizo bien acompañando en casi todas las ocasiones a Córdova.

Agustín Carstens apareció esta semana para tratar de enviar un mensaje de confianza en la economía y no estuvo mal, pero las medidas concretas se deben dar a conocer más y mejor, porque la gente está más que preocupada por su futuro económico y no ve nada claro. En ese sentido Carstens debe tener en el futuro inmediato mayor presencia, pero mucho más que eso deben mostrar otros funcionarios: se puede comprender que Juan Molinar Horcasitas no tuviera una participación protagónica en esta crisis pero la suya deberá ser una voz decisiva para el futuro económico a través de los planes de infraestructura. Los que sí debieron estar, y mucho más, son Ernesto Cordero, secretario de Desarrollo Social, y Gerardo Ruiz Mateos, de Economía. No se entiende porqué ambos funcionarios no han estado en un plano público central en estos días cuando existían tantas preocupaciones empresariales y tantas exigencias sociales. Alonso Lujambio, quizás por su reciente llegada al gabinete tampoco fue visto demasiado. Sin embargo, la primera y más importante medida adoptada fue la suspensión de clases en todos los niveles y ahora el regreso a clases. Lo cierto es que se vio más al SNTE que al secretario.

Algo similar ha ocurrido con Rodolfo Elizondo, el secretario de Turismo, quizás el sector más dañado por la epidemia. Se podrá argumentar que había poco que hacer ante los hechos objetivos, pero de alguna manera faltó mayor presencia del sector aunque fuera para acompañar a los prestadores de servicios y comenzar a pensar en revertir la situación de cara al futuro. La canciller Patricia Espinosa no estuvo mal pero podría haber tenido una actitud más firme ante los ataques xenófobos que se dieron y la diplomacia mexicana tendrá que tomar en cuenta lo sucedido para actuar en consecuencia de cara al futuro. En Washington, Arturo Sarukhan tuvo un logro notable con la celebración del cinco de mayo en la Casa Blanca, con el presidente Obama y en la actitud tomada, en general por el gobierno estadounidense, que fue determinante para la percepción de la crisis.

Y el que de plano estuvo desaparecido aunque la crisis lo involucraba directamente es el secretario de Agricultura, Alberto Cárdenas. Mientras el sector porcino se hundía en una verdadera crisis no hubo una sola declaración del secretario a pesar de que se dijo mil veces que el virus no se trasmitía por el consumo de carne de puerco. El sector está en crisis, como varios otros, y allí no hay respuesta, por lo menos pública. Sólo el presidente Calderón sabrá de éstos y otros funcionarios si actuaron como él esperaba de ellos, pero lo que se debe destacar es que es en los momentos de crisis cuando se pone de manifiesto la verdadera capacidad de los hombres y mujeres del poder.

Fuera del gobierno federal el protagonismo de Ebrard fue notable aunque se dio con una combinación de mostrar cooperación (su asistencia a Los Pinos por ejemplo) con acciones que terminaron haciendo daño por poco reflexivas (el cierre de restaurantes en el DF). Pero no quería quedar fuera del escenario político. Hay personajes que se vieron poco pero tuvieron participación importante como el ex secretario Julio Frenk o el rector de la UNAM, José Narro Robles. Sin hablar de la enorme mayoría del personal médico que realizó esfuerzos notables, en muchas ocasiones sin contar con los recursos y la preparación suficiente como para afrontar una epidemia de un virus que simplemente, hasta el 17 de abril pasado, no se conocía.

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