La guerra sucia de los priistas contra el PRI
Columna JFM

La guerra sucia de los priistas contra el PRI

¿Recuerda cuando hace dos años los partidos aseguraron que realizaban una reforma electoral porque no querían repetir una guerra sucia como, dijeron, se había producido en el 2006?. Pues bien, quienes criticamos esa reforma y dijimos que de lo que se trataba en realidad era de obtener mayores espacios y recursos para las dirigencias de los partidos, acotando de todas formas la participación ciudadana, advirtiendo que ello generaría una guerra más sucia aún, pero ahora patrocinada por los contribuyentes, lamentablemente acertamos.

¿Recuerda cuando hace dos años los partidos aseguraron que realizaban una reforma electoral porque no querían repetir una guerra sucia como, dijeron, se había producido en el 2006?. Pues bien, quienes criticamos esa reforma y dijimos que de lo que se trataba en realidad era de obtener mayores espacios y recursos para las dirigencias de los partidos, acotando de todas formas la participación ciudadana, advirtiendo que ello generaría una guerra más sucia aún, pero ahora patrocinada por los contribuyentes, lamentablemente acertamos.

Pero sinceramente no creí que el deterioro fuera tan evidente como lo que estamos viendo, sobre todo en torno al PRI: acusaciones entre ex presidentes de la república, de dirigentes partidarios y ex candidatos, de personajes que han girado en torno al poder, de funcionarios y legisladores que se acusan recíprocamente de ser cómplices del narcotráfico. Si le creemos a todos, tendríamos que concluir que el sistema político está podrido y el PRI es insalvable.

Y probablemente no llega a esos límites pero como consecuencia de la contrareforma electoral lo que ha sucedido es que el sistema político en general se ha asfixiado a sí mismo: no puede oxigenarse, impide la llegada de nuevas figuras e ideas, se encierra en los debates del pasado y como no son confrontados más que por ellos mismos ni siquiera se obliga a esos dirigentes a reflexionar sobre lo que dicen. Los síntomas parecen ser más graves en el PRI. Los ejemplos son innumerables: ¿a poco acaba de descubrir Miguel de la Madrid que se equivocó al designar a Carlos Salinas?. Si tenía información de su sucesor respecto a malos manejos presupuestales o de relaciones de su hermano con el narcotráfico ¿por qué no lo denunció en su momento y aceptó seguir ejerciendo un cargo público durante todo ese mismo gobierno?. Si como dice Manuel Bartlett, Salinas es la cabeza de una mafia que se adueñó del país y que sigue gobernando hasta ahora ¿por qué el propio Bartlett aceptó durante tres años ser secretario de educación pública de Salinas y luego aceptó también la gubernatura de Puebla y nunca durante esos seis años dijo una palabra al respecto?¿por qué si Miguel de la Madrid está tan gravemente enfermo pudo ofrecer una entrevista de hora y media, haya sido o no manipulado en el transcurso de la misma?¿ por qué es el ex presidente Salinas el que presenta el diagnóstico clínico de su antecesor y no el médico que lo trata?.

Como si faltara algo aparece Roberto Madrazo con un libro El Despojo que pareciera escrito por un lejano observador llegado de Sri Lanka para descubrir el sistema político mexicano. El antimadracismo militante de antaño me parece tan vacío como las recriminaciones que hace ahora Madrazo a un sistema del que dice que no formó parte y que le dio todo, desde carrera hasta fortuna personal y política. Madrazo fue desde dirigente juvenil del PRI hasta delegado en el DF; desde funcionario federal hasta gobernador de su estado; desde líder nacional de su partido hasta candidato presidencial. ¿Cómo puede decir que él no es parte del sistema?¿cómo no puede reconocer que la suya fue una campaña desastrosa, en la forma y en el fondo (¿cómo explicar su desempeño en aquel primer debate?)?. Pero además, si no es parte del sistema y está interesado en la profundizar la transición democrática, ¿cómo puede decir que no sabe quién ganó la elección del 6 de julio?¿mintió en el 2006 o lo está haciendo ahora?¿y por qué si Madrazo opina que en los sexenios de Zedillo y Fox se negoció con el narcotráfico no lo denunció en su momento, cuando fue gobernador (en un estado con fuerte presencia del propio narcotráfico); cuando fue precandidato presidencial; presidente de su partido y luego candidato a la presidencia?, en todos esos años, doce en los primeros espacios del poder público en el país, tenía todas las armas, los recursos, los espacios y hasta la seguridad personal como para hacerlo ¿por qué lo descubre tantos años después?

Llegó el ex presidente Zedillo y ofreció, sin que nadie pudiera hacerle una sola pregunta, una conferencia. Dijo algo que es una verdad y que el mismo planteó en su sexenio aunque no supo o no pudo concretarlo: es necesaria una reforma fiscal de verdad, y la misma tiene que pasar por los impuestos al consumo, la única forma de generalizarlos. Se puede o no compartir la posición de Zedillo, que además comete, nuevamente, el error de no defender sus ideas y pelear por ellas, sino limitarse a recetarlas, pero el priismo lo descalifica como si fuera casi un apestado. Zedillo, para bien o para mal, sigue siendo un ex presidente que no genera antipatía y en ciertos sectores, sobre todo empresariales, sigue siendo muy respetado. Y el PRI termina descalificando a su ex presidente sumándolo a la lista de descalificaciones que ya se hicieron entre sí los otros dos que continúan vivos.

El priismo está demostrando en estas semanas que su aparente fortaleza no es tal, que es un gigante con pies de barro. Que sin duda conserva amplias franjas del poder que le han servido para ganar la mayoría de los comicios locales en los últimos años y que tiene cuadros experimentados, pero que no puede procesar ningún impulso de renovación real porque sus dirigentes, sus fobias, sus desafíos y sus enfrentamientos son los mismos desde hace años. No están debatiendo y proponiendo el futuro, sino el pasado, siguen ajustando cuentas entre ellos. Paradójicamente, si bien el PAN fue el que comenzó su campaña con la bandera del antipriismo, han sido los más prominentes hombres y mujeres de ese partido los que en realidad, mucho más de lo que hubiera podido hacer el PAN, han atizado la campaña en contra de sí mismos. Claro, en el PRD las cosas tampoco son muy diferentes. Es verdad, pero resulta que los principales protagonistas de esa historia son, ellos también, genéticamente priistas puros.

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