De debates y cosas peores
Columna JFM

De debates y cosas peores

Se ha generado un debate sobre el debate que parece un poco absurdo, sobre todo tomando en cuenta los tiempos con los que ya cuentan los partidos para difundir sus posiciones, sea en forma conjunta o con spots. Entre partidos y autoridades electoral, en este proceso difundirán 23 millones de anuncios en radio y televisión, un aumento espectacular si asumimos que en el 2006 hubo “apenas” un poco menos de 800 mil. Que en este contexto alguien diga que no puede divulgar su mensaje es, por lo menos falso.

Se ha generado un debate sobre el debate que parece un poco absurdo, sobre todo tomando en cuenta los tiempos con los que ya cuentan los partidos para difundir sus posiciones, sea en forma conjunta o con spots. Entre partidos y autoridades electoral, en este proceso difundirán 23 millones de anuncios en radio y televisión, un aumento espectacular si asumimos que en el 2006 hubo “apenas” un poco menos de 800 mil. Que en este contexto alguien diga que no puede divulgar su mensaje es, por lo menos falso.

El tema en realidad es otro: en todos los estados y lo mismo está sucediendo a nivel federal, el debate se está dando entre dos partidos, el PRI y el PAN. El PRI lo quiere así porque sabe que está recuperando buena parte del voto que ha dilapidado el PRD, mientras que el PAN sabe que en la lógica de polarización debe trabajar sobre el que es su adversario principal. A los dos le conviene un debate sólo de dos partes.

Se podrá argumentar que en esa lógica están dejando afuera al PRD y los otros partidos. Es verdad pero ha sido el propio PRD el que ha puesto afuera. Además de que ninguno de los partidos puede argumentar que en realidad quiere abrir el sistema político. No sólo se han puesto condiciones más altas para mantener el registro, sino que también resulta casi imposible obtener registro para un nuevo partido político con las condiciones que se han establecido. De candidaturas independientes o ciudadanas, o incluso de una fracción del propio partido con registro, ni hablemos, resulta lisa y llanamente imposible en términos legales. Si los propios partidos han sido mezquinos para evitar la participación de otros y de la gente ¿qué se podría esperar respecto a los espacios que ellos mismos pueden o quieren ocupar?¿qué se puede esperar de quien ha construido un esquema de exclusión fuera de que persista en esa lógica?

Pero en otro plano el PRD y López Obrador, sobre todo, tienen mucha responsabilidad sobre lo ocurrido: la dilapidación de capital político es altísima y los ha dejado muy lejos de sus otros competidores. Cuatro puntos son importantes en este sentido: primero que la elección, en términos reales se está dando entre dos. Con excepciones muy localizadas, el perredismo no figura en muchos puntos del país, y tampoco Convergencia, el PT, Nueva Alianza, el Verde o el Socialdemócrata. No es una cuestión de preferencias electorales: la burbuja que se generó con la elección del 2006 se ha perdido en el perredismo y se ha regresado a sus niveles históricos, y López Obrado está empeñado en llevarlo  más abajo aún. Y será muy duro, pero en términos de política real el PRI y el PAN saben que la confrontación es entre ellos y no abrirán espacios porque los propios comicios están ya muy cerrados en los pronósticos.

Relacionado con esto hay un segundo punto importante: en los seis estados donde habrá elección para gobernador el perredismo es marginal, apenas si alcanza, en la mayoría de los casos apenas el 2 por ciento, los demás están peor, salvo cuando han logrado alguna coalición con el PRI o el PAN. No figuran ni el PRD ni los demás partidos en Nuevo León, Sonora, Colima, San Luis Potosí, Querétaro o Campeche. En ninguno de esos estados tienen presencia. Y en todos ellos se espera un resultado de apenas unos puntos de diferencia. ¿Y usted cree que el panismo o el PRI están dispuestos a reglar un solo voto a otras fuerzas políticas?

Un tercer punto se relaciona directamente con ello: en el único lugar donde habrá elecciones locales y el perredismo obtendrá muchos votos es en el DF, y en la capital el PRD no quiere debate salvo en los puntos donde sabe que las posiciones están muy disputadas, como la Miguel Hidalgo que, además, es uno de los pocos bastiones capitalinos del PAN. Pero en el resto de la ciudad no quieren debate y en la mayor parte de la ciudad el mismo simplemente no se da. Aquí la responsabilidad es compartida pero sobre todo del PAN y el PRI que no han sabido o no han querido construir una verdadera opción en la capital de país. Siguiendo la misma lógica y salvo un par de delegaciones ¿porqué querría el PRD debatir con partidos que, con unas honrosas excepciones, no parecen estar ofreciendo nada nuevo?

El cuarto punto es responsabilidad completa del PRD. El mejor ejemplo lo ha dado López Obrador ese mismo fin de semana cuando, en Zongolica, Veracruz, le prohibió a los candidatos del PRD subir a su templete y dirigirse a la gente porque fuera del DF y Tabasco, no apoyará a los candidatos de ese partido sino a los de Convergencia y el PT. Es durísimo en términos electorales para el PRD, beneficia a sus adversarios, sobre todo al PT que no tendría posibilidad alguna de conservar el registro sin ese apoyo y demuestra que el partido (o lo que fue ese partido) ya está oficialmente dividido. ¿A dónde llegará el perredismo con esa división?. Hoy se habla de que el PRD podría estar, por primera vez desde la elección de 1991, con cifras de un dígito, que podría alcanzarlo nada más y nada menos que el partido Verde, y que mientras tanto Convergencia con el apoyo de López Obrador podría estar entre cuatro y cinco por ciento. Si fuera así, siguiendo la célebre frase de Diego Fernández  de Cevallos, el perredsimo se habría convertido en un partido más de la chiquillada, lo cual resulta altamente preocupante, sobre todo porque tenía todo para convertirse prácticamente en un cogobierno en el 2006. Pero López decidió enviar al diablo las instituciones y su partido decidió seguirlo, como sigue ahora sin tomar medidas disciplinarias a quien hace publicidad para otras fuerzas políticas que son sus adversarios.

Nadie puede alegar que es desplazado cuando hace todo por no aparecer o cuando siendo en algunos lugares fuerza hegemónica no otorga lo que pide en otros ámbitos. Habrá debate en estos comicios, pero será entre dos, porque así lo está indicando la realidad política nacional.

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