Con la mira en el 2012
Columna JFM

Con la mira en el 2012

Al momento de escribir estas líneas no hay aún resultados de los comicios de ayer pero no se espera una sorpresa: si hay algo que se sabe ya desde días atrás es que nadie tendrá una mayoría en la Cámara de Diputados y mucho menos la necesaria para impedir vetos presidenciales. Tendremos una nueva correlación de fuerzas, con movimientos en el Congreso y los estados pero, sobre todo, lo que habrá que analizar es cómo actuarán con base en ello los partidos de cara al proceso que, en los hechos, empezó en cuanto cerraron las urnas: la búsqueda del poder en 2012.

Al momento de escribir estas líneas no hay aún resultados de los comicios de ayer pero no se espera una sorpresa: si hay algo que se sabe ya desde días atrás es que nadie tendrá una mayoría propia en la cámara de diputados y mucho menos la necesaria para impedir vetos presidenciales. Tendremos una nueva correlación de fuerzas, con movimientos en el congreso y los estados pero, sobre todo, lo que habrá que analizar es cómo actuarán con base en ello los partidos políticos de cara al proceso que, en los hechos, inició en cuanto cerraron las urnas: la búsqueda del poder en el 2012.

Si estimamos que la diferencia entre el PRI y el PAN es de escasos tres a cinco puntos porcentuales, independientemente de que la misma se ampliará en el número de diputados, tendremos un escenario prácticamente igual al del 2003, incluyendo un PRD que no puede pasar del 20 por ciento e inmerso en una dolorosa lucha interna, como estaba aquel año pero ahora mucho más descarnada.

En el 2003 el PRI se equivocó y perdió la oportunidad de regresar a Los Pinos en el 2006. Se equivocó en la designación del candidato, pero antes se había equivocado propiciando una ruptura que podría haber sido mucho más transitable y sobre todo porque entró en un esquema de confrontación con el gobierno que le impidió ir abonando el terreno para un regreso con confiabilidad. Si en julio del 2005 había ganado el estado de México con más del 50 por ciento de los votos, un año después cerraba la peor elección de su historia con un Roberto Madrazo que apenas si alcanzaba los 22 puntos y con sólo 104 diputados en el congreso.

El priismo no parece estar dispuesto a transitar por ese mismo camino en el trienio que comienza. Siempre se debe considerar como ha ocurrido desde 1994 hasta la fecha que el priismo ha mostrado una indudable capacidad de autosabotaje, boicoteando, por ambiciones internas, sus posibilidades: así ocurrió con Colosio y luego con Ernesto Zedillo; con la campaña de Labastida, boicoteada por Madrazo, y luego la de éste marcada por la ruptura tanto de Elba Esther Gordillo como de los principales dirigentes del llamado TUCOM. Ahora el PRI asume el 2012 con Enrique Peña Nieto en un rol protagónico, con Manlio Fabio Beltrones con una capacidad de operación indudable, con Beatriz Paredes buscando reposicionar a su ala más nacionalista. Cualquiera de los tres puede ser una opción e incluso algunos ya consideran que si se confirman los resultados previstos en Nuevo León por allí podría asomar Rodrigo Medina, como una versión regiomontana de Peña Nieto. Y además, se quitaron de encima, fuera cual haya sido el resultado en Sonora, la posibilidad de que la ruptura la catalizara una hipotética precandidatura de Eduardo Bours. Son muchas opciones que se dan en un marco de excesiva ambición política. Los priistas tendrán que demostrar que pueden sortear sin rupturas ni descalificaciones ese proceso.

Pero la búsqueda de una candidatura sin objetivos políticos claros tampoco tiene razón de ser. Le pasó al mismo priismo entre el 2003 y el 06. Rechazó la reforma fiscal a costa de una fuerte ruptura interna, no quiso abordar reformas importantes en el terreno de seguridad y justicia, ni de energía y azuzó el voto del miedo…en su contra. Para radicales y para mirar al pasado ya estaba López Obrador. Con opciones de un cambio moderado, apareció Felipe Calderón, desplazando la imagen de continuidad que generaba Santiago Creel. ¿Qué podían ofrecer entonces un Madrazo y un PRI atrincherados en sus posiciones, combatiendo en dos frentes, con enfrentamientos internos y externos?.

El PRI tendrá que apostar a buscar una ruta de acuerdos que incluso faciliten su hipotético regreso al poder. Ya antes del 2000, el PAN se opuso por razones coyunturales a impulsar reformas fiscales y energéticas con Zedillo y luego de esas elecciones fue el PRI el que le negó apoyo al gobierno de Fox para las mismas. No pueden los partidos y el gobierno repetir ese error: nada será más importante en los meses que vienen que reconfigurar el sistema fiscal y darle una vuelta de tuerca al sistema energético. Las reformas aprobadas en la actual legislatura han demostrado ser insuficientes y no otorgan al Estado los instrumentos suficientes para afrontar la crisis en la que estamos inmersos. Debe haber reformas fiscales y energéticas ahora que acaban de pasar las elecciones y cuando el horizonte del 2012 aún está relativamente lejano. Concluido el primer periodo ordinario de esta legislatura las cosas se comenzarán a complicar inevitablemente, entre otras razones porque el recorte presupuestal para el 2010 afectará a todos, los gobiernos, los partidos y la ciudadanía.

El PRI deberá afrontar con seriedad ese desafío comprendiendo que lo que no haga ahora dejará al país en peores condiciones de gobernabilidad en la hipótesis de que regrese al poder en el 2012. El gobierno y el PAN tendrán que saber que sin esos acuerdos no podrán garantizar plenamente esa misma gobernabilidad, aunque piensen, erróneamente, que la posibilidad del enfrentamiento con el priísmo que les puede dar mayores oportunidades en la próximo elección (la historia nos enseña que cuando se dan esos enfrentamientos los que ganan son otros, léase López Obrador en el 2006).

Ya analizaremos en otra oportunidad las opciones del gobierno, pero esa búsqueda de acuerdos se torna más importante porque el PRD lamentablemente influirá muy poco en esta legislatura sobre todo en los primeros meses. El perredismo tendrá que trabajar en sus conflictos internos y afrontar la casi inevitable división que genera el lopezobradorismo en sus filas. Y hasta que no resuelva ese conflicto no podrá tener una estrategia legislativa coherente. Mientras el PRD resuelve sus problemas, los acuerdos o disensos se darán entre el PRI y el PAN con sus respectivos aliados, el Verde con los primeros, Nueva Alianza con los segundos.

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