¿Otro Frankenstein para el 2010?
Columna JFM

¿Otro Frankenstein para el 2010?

Ningún tema de la agenda nacional es hoy más importante que las definiciones presupuestales para el 2010, ni siquiera el de la seguridad que, por una parte, tiene ya su propio camino y que por la otra terminará teniendo relación con las posibilidades económicas del país. Los datos son concluyentes: para el año próximo el país tendrá 500 mil millones de pesos menos, unos 211 mil millones disminuyeron por la caída de los ingresos petroleros mientras que la recaudación fiscal perdió otros 268 mil millones. En ese contexto ya se ha anunciado que el presupuesto del año próximo tendrá que tener una disminución adicional de 50 mil millones que se sumará a la previamente anunciada de 35 mil millones.

Ningún tema de la agenda nacional es hoy más importante que las definiciones presupuestales para el 2010, ni siquiera el de la seguridad que, por una parte, tiene ya su propio camino y que por la otra terminará teniendo relación con las posibilidades económicas del país. Los datos son concluyentes: para el año próximo el país tendrá 500 mil millones de pesos menos, unos 211 mil millones disminuyeron por la caída de los ingresos petroleros mientras que la recaudación fiscal perdió otros 268 mil millones. En ese contexto ya se ha anunciado que el presupuesto del año próximo tendrá que tener una disminución adicional de 50 mil millones que se sumará a la previamente anunciada de 35 mil millones.

Y si bien la crisis tiene un origen internacional y se dice que ya ha pasado lo peor, lo cierto es que la recuperación sigue sin hacerse presente e incluso pareciera que la crisis ha afectado a otros sectores en las últimas semanas, como si estuviéramos ante una recaída de la que no ha podido librarse la economía internacional y por ende tampoco la local.

Ante ello en realidad uno no sabe si preocuparse más por la coyuntura que vivimos o por la indolencia de las fuerzas políticas ante la magnitud de la crisis. El presupuesto de egresos, y la ley de ingresos en la que se debe sustentar, serán definidos en el congreso y hasta el día de hoy los partidos parecen estar más preocupados por saldar sus cuentas electorales que por trabajar en la definición de ese futuro inmediato. En el panismo, que a veces, casi siempre, olvida que es el partido en el poder (resulta increíble que nueve años en el gobierno no hayan erradicado en los panistas el deseo profundo de seguir siendo un partido de oposición, una situación en la que se sienten mucho más cómodos y comodidad parece ser la palabra de la hora en el PAN y en ciertos sectores gubernamentales), está enfrascado en una lucha interna cruel que no tiene más razón de ser que la búsqueda de posiciones de poder. Mientras unos pelean por la presidencia del partido y otros amenazan con romperlo, mientras las encerronas de los dirigentes con el presidente Calderón deben dedicarse a calmar los ánimos internos, no ha surgido de ese partido una sola propuesta para abordar la compleja situación económica que vivirá el país en el año próximo.

En el PRD ni la burla perdonan: mientras el lopezobradorismo ya está preparando las tomas de tribunas (no es una especulación) para frenar el debate sobre el presupuesto, la dirigencia nacional del partido sigue sin saber qué hacer con el propio López e incluso han llegado a hacer desaparecer las demandas de sus propios militantes que pedían la expulsión de éste y de los perredistas que apoyaron a otros partidos el 5 de julio. La crisis interna es brutal y, salvo Cuauhtémoc Cárdenas en su carta del 15 de julio, pareciera que nadie quiere asumir responsabilidades. Pero no sólo internamente, sino también de cara al país: cuando se anunció la necesidad de reducir en 50 mil millones de pesos adicionales el presupuesto para el 2010, los líderes del PRD en el congreso reclamaron “responsabilidad” al gobierno y le exigieron que no reduzca programas sociales. Olvidaron el pequeño detalle de que el gobierno no aprueba el presupuesto sino los diputados y que pueden realizar todo tipo de modificaciones a la propuesta oficial. Pero no quieren asumir responsabilidades ni en el recorte ni en la búsqueda de nuevos ingresos.

Algo similar, aunque se debe reconocer que se asegura que un grupo de futuros legisladores ya está trabajando en el tema, podría ocurrir con el PRI si no asume que los votos que recibió el 5 de julio lo obligan, política y éticamente a asumir mayores responsabilidades en el manejo del Estado y por ende de su economía. Más aún porque además de contar con la mayoría en la cámara de diputados, el PRI gobierna la mayoría de los estados y municipios del país y los ingresos de los mismos han sufrido una caída dramática superior al 27 por ciento, mayor paradójicamente en los estados más pobres que dependen más de los recursos federales por su baja recaudación local.

Por supuesto que puede haber recortes en la administración pública y que los recursos se pueden gastar mejor, pero todos sabemos que allí no está la respuesta para la crisis, tampoco en medidas menores que pueden ser positivas pero insuficientes, como la reducción de algunas comisiones bancarias. El tema está en que debe haber mayores ingresos. Por eso el gran temor es que se recurra a la salida de siempre: aumentar la carga fiscal para los que ya contribuyen. Una salida de ese tipo ya dio el gobierno del DF con el tema del agua: más del 45 por ciento del agua que llega al DF no se cobra, es robada a través de tomas clandestinas o forma parte de suministro realizado sin medidor, otro 15 por ciento es subsidiado por el gobierno. Un porcentaje no establecido, pero sin duda muy alto, lisa y llanamente no llega a los consumidores porque se pierde en fugas. La propuesta para afrontar la crisis del agua, según el gobierno capitalino será aumentar el costo de la misma a los principales consumidores y podría estar bien, si ese 60 por ciento que no paga, o tiene un cobro altamente subsidiado, pagara por el agua lo que le corresponde por el consumo de agua. Hacer pagar más a los que ya pagan no es una solución.

Lo mismo, a otro nivel, parecen querer hacer los partidos con los impuestos. No quieren aplicar lo que funciona en todo el mundo que son los impuestos generalizados al consumo. ¿Puede haber otra salida?. En términos fiscales y de justicia social básica, no. Pero se podría, por ejmplo, abrir los sectores de la economía que hoy están cerrados, para compensar esa caída fiscal con inversiones privadas. Pero eso tampoco está en la agenda de los partidos. Sin respuestas de fondo nos encaminaremos en el 2010, irremediablemente, hacia un nuevo Frankenstein fiscal.

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