Atados al capricho del líder
Columna JFM

Atados al capricho del líder

Mal fin de semana para el PRD que ha visto, una vez más, cómo el lopezobradorismo termina avasallándolo aunque no le ofrezca nada a cambio. Y cómo, además, los sectores opuestos a esa corriente no tienen la entereza como para luchar por su propia sobrevivencia.

Mal fin de semana para el PRD que ha visto, una vez más, cómo el lopezobradorismo termina avasallándolo aunque no le ofrezca nada a cambio. Y cómo, además, los sectores opuestos a esa corriente no tienen la entereza como para luchar por su propia sobrevivencia.

El encuentro de Morelia puede ser definido como la síntesis de que la legalidad es un tema menor para el PRD. Primero, la carta del medio hermano del gobernador Leonel Godoy, el diputado electo Julio César Godoy preguntándole a su partido si quiere que se presente ante la justicia que lo reclama o no. Y el partido designando una comisión para que indague en el expediente que entregó el propio Julio César para decidir qué debe hacer, sin comprender que la obligación del hermano del gobernador es asumir sus responsabilidades y presentarse ante el ministerio público, salvo que espere a ser detenido. Los testimonios en su contra son reales y sólidos: su defensa incondicional resulta absurda. Algunos se han preguntado porqué la PGR no se presenta ante el Tribunal Electoral para bloquear su designación como diputado. Primero, no creo que sea necesario si existe una orden de consignación y segundo porque debe ser el PRD y el propio Godoy los que deben demostrar de qué están hechos, si van a intentar defender con el fuero a un presunto delincuente o si van a colocarlo en manos de la justicia. Hasta ahora, con su actitud, el PRD sólo asume costos.

Como lo hace al desconocer sus propios estatutos y no aplicarlos a quienes boicotearon al partido en la pasada elección. El caso de López Obrador termina siendo en este sentido paradigmático: nadie, ni los partidos opuestos al PRD, hizo una campaña tan dura y tan sucia contra los candidatos del partido del sol azteca como el propio López Obrador. Tuvo éxito en tumbar la votación perredista pero fue muy escaso el rédito que obtuvo con sus partidos bonsai: ni el PT ni Convergencia dieron lo que se esperaba de ellos. Y ahora López quiere quedarse de una vez con el PRD: como no lo ha podido hacer en forma directa, lo está haciendo como siempre lo ha hecho, llevándolo a una situación de hecho. En el Congreso, mientras el PRD no puede, por sus divisiones internas, designar un coordinador parlamentario, él ya ha puesto a trabajar a los del PT y Convergencia, y ha dado instrucciones de tomar la tribuna, como se hizo en la reforma energética, para evitar la aprobación de “nuevos impuestos”. Lo que piense la bancada del PRD y la dirigencia del partido no importa: él sigue diciendo que el PRD es “su partido” pero no se ha molestado en seguir jamás la línea que el mismo pudiera dictar.

Un ejemplo lo tuvimos este mismo fin de semana en Oaxaca: en la pasada elección estatal Gabino Cué estuvo muy cerca de ganar la gubernatura del estado porque contendió con una alianza de toda la oposición, básicamente del PAN y el PRD, además de su partido, Convergencia. Nadie podría decir que Gabino no apostó por López Obrador desde entonces hasta ahora, pero para la elección del año próximo Cué quería reeditar la alianza del 2004, con el dato importante de que en la última elección el PAN tuvo un crecimiento significativo en el estado, a diferencia del PRD que vio disminuir sus números electorales. Supuestamente para “ayudar” a Gabino, López Obrador dijo que se iría “a vivir” a Oaxaca. Pero lo primero que hizo fue reventar la posibilidad de esa alianza (la única forma que tendría la oposición de derrotar al PRI en el estado) acusando al PAN de ser parte de “la mafia” y rechazando cualquier acuerdo con el partido blanquiazul. El priismo local aún festina el regalo que le ha hecho López Obrador. Ya no importa si la dirección del partido insiste en la alianza o incluso si el PAN está dispuesto a aceptarla o no después de ser descalificado en forma absoluta. El hecho es que ya saben que si se diera esa alianza López Obrado hará campaña en contra del supuesto candidato de unidad ¿entonces para qué hacerla?

Pero en el PRD siguen teniendo miedo de enfrentarse a un López Obrador al que el bejaranismo ya destapó, en voz de Dolores Padierna, como su candidato para el 2012. Una vez más importa poco si el partido tiene otros prospectos o quiere hacer una apuesta diferente: Jesús Ortega y su dirigencia nacional ya deben saber que si no apoyan a López Obrador desde ahora no podrán contar con él. Y la historia se repite una y otra vez: se doblegan a los caprichos del ex candidato o éste los boicotea. Pero salvo el grupo que encabeza René Arce y algunos sectores de Nueva Izquierda, nadie quiere ni siquiera oír hablar de la posibilidad de hacer cumplir los estatutos y deshacerse del chantaje de López Obrador.

El costo de esa decisión aumenta con cada día que pasa. Si la dirigencia del PRD hubiera respetado sus propios estatutos y hubiera actuado contra López al inicio de la campaña electoral, sus resultados no hubieran sido muy diferentes a los que obtuvo el 5 de julio, pero sabrían qué es lo que tienen en realidad y no tendrían que estar, como hoy, analizando cuántos de sus propios legisladores son realmente suyos, cuántos de López Obrador y viendo cómo hacer para que su línea política se respete. El acuerdo tácito para que Ortega conserve la dirigencia del partido a cambio de no tocar a López Obrador e incluso la decisión de no dar a conocer la lista de los miembros del partido “desafiliados” (ni siquiera se quiso utilizar la palabra expulsión) por haber sido candidatos de otros partidos, envuelto todo en un discurso de supuesta búsqueda de unidad, se contradice en los hechos, en las propias labores del consejo nacional y en los dichos de López.

Y con ello se está hipotecando a los caprichos de un dirigente autoritario y mesiánico, el futuro de lo que alguna vez fue la opción de la izquierda en México. Por cierto ¿Ortega sabe cuánto le costará a Nueva Izquierda la hipotética salida del partido de la corriente de Arce, Zavaleta y Círigo?

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