Colombia, México y los alebrijes
Columna JFM

Colombia, México y los alebrijes

Bogotá.- Todo ocurre en torno al monumental alebrije del taller de los hermanos Negrete que ha fascinado a los 57 mil visitantes que sólo este fin de semana han recorrido el magnífico pabellón que ha montado Conaculta en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, donde México es el país invitado y ha logrado una presencia notable.

Bogotá.- Todo ocurre en torno al monumental alebrije del taller de los hermanos Negrete que ha fascinado a los 57 mil visitantes que sólo este fin de semana han recorrido el magnífico pabellón que ha montado Conaculta en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, donde México es el país invitado y ha logrado una presencia notable.

Aquí, al alebrije, a falta de un nombre mejor, le han puesto dragón y junto a él son las fotos, los encuentros, el punto en torno al cual se desarrolla la actividad del pabellón más visitado de la feria, actividades que pueden pasar de la compra de libros al consumo generoso de cerveza y tequila. Y allí junto al alebrije está una bella, por funcional, sala de exposiciones del pabellón México que ha recibido todo tipo de autores en los últimos diez días. En Bogotá no se termina de comprender muy bien qué es un alebrije (tampoco lo entendemos nosotros aunque los disfrutamos cotidianamente) pero tampoco comprenden algunas peculiaridades de nuestra forma de hacer y expresar la política.

Me tocó en esta feria presentar dos libros El Enemigo en Casa, que hicimos para Taurus con Ana María Salazar, y Las Farc en México (Aguilar, 2008) que fue el que obviamente llamó la atención. ¿Por qué? Porque para la enorme mayoría de los colombianos, independientemente de su posición política, las FARC son un fenómeno que los ha lastimado, un grupo que está en el narcotráfico y el terrorismo, que en esta misma ciudad ha colocado carros bomba que han dejado decenas de muertos. Y no terminan de comprender, por ejemplo, porqué la administración Calderon no califica, sin eufemismos, a las FARC como una organización terrorista e involucrada en el narcotráfico. Les resulta difícil comprender, a partir de la información que consta en el libro, el porqué del apoyo que las FARC siguen teniendo en México no sólo de grupos de la ultraizquierda, sino también del PRD e incluso del PRI que aún los añora en la vieja Coppal. Mucho menos cómo puede ser que hasta el año 2002 las FARC tuvieran oficinas con un status de representación diplomática en nuestro país incluyendo documentación legal y vigente para sus representantes y que eso ocurriera con un grupo que combate a un regímen democrático y que se encontraba acosado, además, por los mismos grupos del narcotráfico que tenían tan firmes aliados en el crimen organizado mexicano.

Para los colombianos no hay dudas sobre la participación de Lucía Moret y de los otros jóvenes que fallecieron el primero de marzo del año pasado en la frontera entre este país y el Ecuador en el andamiaje de las FARC pero no comprenden qué diablos hacían unos universitarios mexicanos con un grupo tan desprestigiado como las FARC. De allí que sacar la conclusión de que es la UNAM la que los esté respaldando resulta demasiado sencilla y por lo tanto es más difícil explicar que no necesariamente es así. En última instancia ven a México hoy, como estuvieron ellos diez o quince años atrás, y les preocupa, y consideran que buena parte de nuestras indefiniciones, como fueron las suyas en su momento, son las que están alimentando, o dándoles un espacio, a los propios grupos criminales.

Y tienen razón. La visita del presidente Calderón a Colombia de la semana antepasada fue muy positiva en un contexto en el cual existe un verdadero acoso del chavismo y sus aliados contra Colombia por el tema de las bases militares estadounidenses, aunque éstas en realidad no sean tales sino bases colombianas que recibirán militares estadounidenses, como los hay hoy, para establecer mecanismos de lucha contra el narcotráfico en la región. Se suele olvidar, por ejemplo, que hablando de Chávez, su gobierno ha expulsado a todos los representantes de agencias antidrogas de Estados Unidos y la Unión Europea, con el argumento de que participaban en conspiraciones en su contra, mientras Caracas se derrumba en un mar de inseguridad y el país se ha convertido en una plataforma para el envió de drogas a América y Europa. Y lo mismo sucede en Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Más desconcertante aún es que se imponga un debate sobre esas bases y no exista una sola queja por el rearme escandaloso de Venezuela, con equipo traído de Rusia, China e Irán, (y lamentablemente de una España a la que en ocasiones doblegan sus intereses económicos), o por los tratados militares que ha firmado el gobierno de Chávez con Rusia y otras naciones. La visita de Calderón por lo tanto, fue bienvenida y valorada. Pero nos falta mucho más para consolidar una relación que para nosotros como país debe ser estratégica.

No sólo por el tema del narcotráfico (que sería más que suficiente si consideramos que para ambos países es un desafío, el principal, para su seguridad nacional) sino también porque estamos en un momento en el cual América latina debe definirse entre dos modelos de desarrollo político, social y económico. El modelo del chavismo, resulta atractivo para élites políticas que se han hecho con el poder y no quieren abandonarlo, hayan surgido de la izquierda, como Evo Morales o de la derecha, como Manuel Zelaya o incluso Rafael Correa, o de una extraña mezcla de ambos como Daniel Ortega. Los países más importantes de la región: Brasil, Chile, Uruguay, quieren apostar por su consolidación mirando al futuro, no al pasado y saben que para eso requieren fortalecer sus instituciones, su sistema democrático, garantizar su seguridad. Y si bien la reciente gira del presidente Calderón parecía destinada a consolidar esas relaciones y ese bloque, son necesarias definiciones públicas en torno a temas tan sensibles como es el de las FARC que definan en dónde estamos.

Los colombianos quizás no entiendan bien a bien qué es un alebrije, pero saben por experiencia propia, quiénes son sus amigos y sus enemigos luego de tantos años de sufrimientos y violencia. Y a México lo sienten, lo quieren y lo necesitan como a un amigo.

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