PRD: a la crisis sin definiciones
Columna JFM

PRD: a la crisis sin definiciones

Ser dirigente del PRD no debe ser sencillo en estos días. La suma de conflictos internos a resolver, la disyuntiva entre mantenerse en la búsqueda de una unidad vacía o aceptar una división que ya es parte del partido, parece ser ineludible. Son muchos más, pero en lo inmediato, el PRD tiene hoy seis frentes abiertos que pueden ocasionarle conflictos internos muy graves.

Ser dirigente del PRD no debe ser sencillo en estos días. La suma de conflictos internos a resolver, la disyuntiva entre mantenerse en la búsqueda de una unidad vacía o aceptar una división que ya es parte del partido, parece ser ineludible. Son muchos más, pero en lo inmediato, el PRD tiene hoy seis frentes abiertos que pueden ocasionarle conflictos internos muy graves.

El primero es lo que comenzó mal, siguió peor y terminará en forma catastrófica. Se trata del caso Juanito, de Rafael Correa, aquel folclórico activista de Iztapalapa, colocado como candidato del PT por Gerardo Fernández Noroña y que López Obrador usó para derrotar al propio PRD en esa delegación para que supuestamente entregara el gobierno delegacional a Clara Brugada. El primer objetivo lo lograron con la complicidad de las autoridades capitalinas y de parte del propio PRD local: Juanito ganó la delegación. Pero ahora no quiere dejarla. La mayoría considera que se engolosinó con el poder, pero en realidad no parece ser así. López Obrador ha comprendido que Juanito es una pieza más útil que Brugada y de Iztapalapa saldrán los recursos que tarde o temprano para su movimiento. Juanito, además, al no ser militante del PRD tiene mayores espacios y fortalece al partido que se ha convertido en el refugio de los que López Obrador considera los verdaderamente suyos, el PT. Hoy, la dirigencia del PRD está en una grave disyuntiva en Iztapalapa: si acepta que Juanito se quede perderá en forma completa el control sobre esa estratégica delegación y fortalecerá a López Obrador a expensas de Marcelo Ebrard y por supuesto de Nueva Izquierda (que aceptó jugar en contra la candidatura de Silvia Otero el 5 de julio); si finalmente llega Brugada, será a partir de una negociación muy costosa, interna y también externa, porque el PRI y el PAN, con todo derecho, pueden frenar ese nombramiento en la Asamblea Legislativa. Lo cierto es que nada indica que el PRD pueda recuperar algún rédito de una de las maniobras menos éticas que vimos en la reciente campaña electoral.

Un segundo frente es el caso Julio César Godoy, el diputado electo, hermano del gobernador Leonel Godoy. El lunes la comisión que el PRD formó para atender el caso, sostuvo que no hay “elementos concluyentes” que involucren a Godoy con el cártel de La Familia y le brindaron su apoyo. Para decirlo suavemente es una tontería: la relación de Godoy con esos grupos es algo que se conoce desde hace tiempo y quién sabe qué significa para la comisión del PRD eso de “elementos concluyentes”, pero si cualquier ciudadano aparece una y otra vez citado en declaraciones de narcotraficantes detenidos como parte del mismo cártel que ellos integraban, por lo menos amerita un arraigo y una investigación. Con un agravante ¿cómo sabe el PRD qué es lo que tienen las autoridades en realidad en sus manos para acusar a Godoy además de esos testimonios?. Y si después de apoyarlo y defenderlo públicamente, incluso de tratar de darle fuero, el PRD se encuentra con que Godoy puede ser aniquilado judicialmente, ¿quién pagará los platos rotos?. Por supuesto que el PRD. La salida es exigirle a Godoy que deje de seguir huyendo y se presente ante la justicia. Optaron por un camino sin salida.

El tercer frente abierto es el asesinato de Armando Chavarría. Sea cual fuere el resultado final de la investigación parece ser inevitable que generará un enfrentamiento interno en el partido: no parece haber muchas opciones, salvo que se termine diciendo que todo se trató de un conflicto personal o pasional y la verdad no resulta creíble. Estamos ante una ejecución donde hay tantos actores involucrados que no puede no haber costo.

En el ámbito legislativo, las cosas no serán sencillas ni entre los diputados ni entre los senadores. En la cámara baja, insistimos en un punto: Alejandro Encinas no jugará con la dirección del partido, lo hará con el lopezobradorismo y ello generará división en la propia bancada, una división que en los hechos ya existe y que se acrecentará por las presiones que se realizan, sobre todo desde el PT, para obligar a los diputados perredistas a seguir una línea dura. Algo similar ocurrirá en el Senado, con diferencias importantes: Carlos Navarrete será el líder de la cámara alta durante el siguiente año y eso le dará un amplio margen de maniobra. El problema, como ocurrió con Ruth Zavaleta cuando presidió la cámara de diputados, es que será presionado por los duros de su partido y del llamado FAP, para que su posición no sea institucional sino partidista, y cada vez que tome una decisión que no le guste a López Obrador y su gente, será acusado de traición. Y a diferencia de Ruth que de alguna manera representaba más una posición de principios que una corriente, Navarrete representa a la dirigencia de Nueva Izquierda y por ende del partido. Y ello es lo que incrementará las presiones, utilizadas como una forma de exhibición política. Si Nueva Izquierda y la dirigencia del partido están dispuestos a defender a Navarrete (como no lo hicieron plenamente con Ruth) tendrán beneficios políticos, pero si se quedan a la mitad sólo podrán asumir costos.

Los otros frentes abiertos tienen relación con lo electoral. Habrá que poner atención a dos conflictos que ya están en curso. Primero Zacatecas: es evidente el enfrentamiento entre Amalia García y Ricardo Monreal, pero eso se trasladará a la elección de candidato para los comicios del año próximo: la pugna entre Claudia Corichi y Tomás Torres puede tener costos muy altos en el estado y en el siempre frágil esquema de alianzas de ese partido. Y en Oaxaca tendrán que decidir si vuelven como en 2004 a una candidatura de unidad en torno a Gabino Cué o, como dijo López Obrador, de ninguna manera realizarán una alianza con el PAN “porque son lo mismo que el PRI”. Nada de todo esto podrá resolverse sin pagar un costo, en ocasiones inevitablemente alto.

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