Chávez, el costo y el diseño
Columna JFM

Chávez, el costo y el diseño

Al propuesto procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, no le fue bien en el Senado, pero todo indica que finalmente la suya será una propuesta aceptada por la Cámara alta. Aceptada sin la participación de la mayoría de los priistas y con apoyos circunstanciales, con críticas de organizaciones sociales y con un desgaste para el nuevo funcionario que, en los hechos, minará su accionar porque debe dedicar tiempo y espacio a acabar con esas críticas y sospechas.

Al propuesto procurador general de la república, Arturo Chávez Chávez, no le fue bien en el senado, pero todo indica que finalmente la suya será una propuesta aceptada por la cámara alta. Aceptada sin la participación de la mayoría de los priistas y con apoyos circunstanciales, con críticas de organizaciones sociales y con un desgaste para el nuevo procurador que, en los hechos, minará su accionar porque tendrá que dedicar tiempo y espacio a acabar con esas críticas y sospechas.

Como aquí hemos dicho no creo que Arturo Chávez sea o haya sido un mal funcionario público, ni tampoco, pese a los evidentes errores que se cometieron en torno a los casos de las muertas de Juárez (tanto por su responsabilidad entonces como procurador estatal como por su jefe, el gobernador Francisco Barrio), que no pueda estar capacitado para ese cargo. El problema con su nominación es otro: no es un personaje conocido como para ocupar la Procuraduría General de la República y por lo tanto su accionar puede y será minimizado por la oposición, y como decíamos, comenzará su labor luego de un fuerte desgaste político y mediático que le tomará mucho tiempo revertir. La pregunta es si era conveniente para el gobierno federal asumir esos costos y reemplazar a un procurador como Eduardo Medina Mora, que sumaba consensos, sobre todo en el priismo y otros sectores sociales (aunque existieran diferencias serias con sectores panistas y del propio gobierno federal), por un hombre que es militante activo del PAN y que llegará a ser abogado de la Nación luego de sufrir ese desgaste.

Que el presidente Calderón tenía claro que esa posición tenía que ser para un panista está claro: todas las versiones que circularon sobre supuestos o reales candidatos a ocupar la PGR giraron siempre en torno a panistas y a ex procuradores estatales. También es verdad, como me dijo uno de los principales hombres de este gobierno, que no abundan, en plena guerra contra el crimen organizado, los grandes abogados dispuestos a tomar riesgos en esa posición.

Por todo ello, y pese al desgaste, el nombramiento de Chávez pasará, a un costo alto que el PRI le cobrará al gobierno en las restantes designaciones pendientes, desde el gobernador del Banco de México hasta los dos asientos en la Suprema Corte de Justicia, pasando por la Comisión de Derechos Humanos y varias más que deberán aprobarse en estos meses. Algunos dirán que, además, la propuesta de Chávez logró distraer de la que realmente le molestaba a muchos priistas, la de Juan José Suárez Coppel en Pemex.

Lo cierto es que la llegada de Chávez tendrá otros efectos importante en el diseño de las áreas de seguridad en el gobierno. Por una parte, por su experiencia previa, no pareciera que el nuevo procurador vaya a tener un rol protagónico en las tareas de seguridad, sobre todo en las operacionales. Es verdad que la Siedo seguirá jugando un papel central en muchos aspectos pero todo parece mostrar que el debate que se presentó en el pasado reciente sobre la consolidación de fuerzas policiales investigadoras en la PGR, un poco en contraposición con las posibilidades de investigación de la Policía Federal quedará en el pasado. Sin duda, con la llegada del nuevo procurador se fortalecerá Genaro García Luna en la secretaría de Seguridad Pública, un hombre que, una vez más, ha demostrado que tiene toda la confianza del presidente Calderón y que resulta inamovible en ese cargo. Se fortalecerá también Fernando Gómez Mont, por su obvia cercanía con Chávez. El peligro es que, en el diseño institucional no se vuelvan a trastocar los papeles entre García Luna y Gómez Mont, por la influencia que éste tendrá en la PGR y la que tiene con el Sistema Nacional de Seguridad Pública bajo su órbita institucional. Pero en términos operacionales, salvo los capítulos que corresponden al Ejército y la Armada, no cabe duda que la seguridad quedará en las manos de García Luna. Pero primero el nombramiento de Chávez deberá ser aprobado en el senado y, como en todo puede haber sorpresas.

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