El PRI del gobierno y el de la oposición
Columna JFM

El PRI del gobierno y el de la oposición

No cabe duda que el PRI tiene altas posibilidades de regresar al poder en el 2012, pero no estoy tan seguro de que los priistas, por lo menos no muchos de ellos, tengan claro cuáles serán las condiciones y espacios para ejercer el poder ejecutivo federal en la actualidad, tampoco si comprenden claramente cómo han cambiado las posibilidades de gestión y operación en Los Pinos, ni siquiera desde que ellos dejaron el poder en el 2000 sino desde que perdieron la mayoría en el congreso en 1997.

No cabe duda que el PRI tiene altas posibilidades de regresar al poder en el 2012, pero no estoy tan seguro de que los priistas, por lo menos no muchos de ellos, tengan claro cuáles serán las condiciones y espacios para ejercer el poder ejecutivo federal en la actualidad, tampoco si comprenden claramente cómo han cambiado las posibilidades de gestión y operación en Los Pinos, ni siquiera desde que ellos dejaron el poder en el 2000 sino desde que perdieron la mayoría en el congreso en 1997.

Los priistas, y allí hay de todo, buenos, malos y feos, han aprendido a manejar el congreso en oposición, controlan 18 estados y más de la mitad de los municipios del país, pero no han podido construir una agenda positiva, no han logrado, en el plano federal, trasladar esos espacios de poder de los que gozan en la construcción de algo nuevo. Sus iniciativas legislativas en seguridad, en economía, en reformas políticas, en energía, se han quedado a la mitad, terminan siendo medrosas; los gobernadores que en la mayoría de los casos tienen espacios de poder local mucho mayores que el ejecutivo federal, no han terminado de presentarse como una fuerza con aspiraciones y objetivos propios. El PRI crece porque no muestra flancos demasiado vulnerables y por las debilidades de los otros, puede ganar el 2012 pero no nos ha mostrado, hoy, cuál es su real apuesta en caso de que eso suceda.

Tiene que comenzar a tomar definiciones y asumir mayores responsabilidades, incluso por simple conveniencia: los priistas tendrían que comprender que mucho de lo que no saquen ahora en torno a las principales reformas que el país necesita, no será fácil que se puedan sacar desde Los Pinos en el futuro, salvo que regresen los tiempos de las mayorías absolutas, e incluso así se lograrán pagando costos. Varios puntos de la coyuntura muestran esto: primero, ¿qué hará el PRI en el caso de Luz y Fuerza del Centro?. Si les llega a ganar la tentación de defender a la empresa pagarán un costo altísimo. Se supone que no lo harán porque allí están en juego intereses que el propio PRI desea potenciar, en la CFE y en el SUTERM, pero tampoco hemos visto ninguna declaración firme al respecto.

Un segundo punto: la propuesta de Genaro García Luna sobre las 32 policías estatales. La única reacción positiva, inteligente, ha sido la de Manlio Fabio Beltrones que dijo que la misma sí se podría analizar y sacar adelante, pidiendo (y tiene razón en pedirlo) que el ejecutivo presente de una vez esa iniciativa. Pero no todos piensan así, los mexiquenses David Garay y Alfonso Navarrete Prida, pese a su experiencia y pensando más en los espacios de poder locales que en la necesidad del país, han declarado que no se la debe apoyar, sin explicar muy bien porqué. Hablan de la autonomía municipal pero es eso precisamente lo que se plantea modificar en términos de seguridad. ¿Qué piensa Peña Nieto sobre el tema?. Nadie lo sabe. Pero sí sabemos que podría estar pensando el nuevo gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, que se apuntó algo más que un muy buen punto con la designación de Javier Treviño como secretario de gobierno y que colocó la seguridad como una prioridad de su gobierno, con la posibilidad de que en ese estado, mientras se decide qué hacer en términos federales, se avance seriamente en la unificación estatal de las fuerzas de seguridad.

Otro tema: la tenencia vehicular. En las últimas semanas han llovido mails mostrando anuncios del entonces candidato Felipe Calderón proponiendo la desaparición de la tenencia y reclamándole que no haya cumplido con ese compromiso de campaña. Es verdad, pero se suele olvidar que no se elimina la tenencia porque es parte de un acuerdo con los gobernadores, ya que esos recursos se entregan íntegros a las entidades federativas. Si se quiere acabar con la tenencia se debe hacer lo que hizo el nuevo gobernador de Querétaro, José Calzada, que simplemente la eliminó en su estado. El problema es que la mayoría de los gobernadores (dos tercera parte de ellos priistas) las quieren mantener por los recursos que les genera. ¿Está dispuesto el PRI como hizo Calzada a impulsar su eliminación?¿ apoyaría al presidente si éste elimina ese impuesto a todas luces injusto?. Es hora de tomar definiciones, incluso ante (o por) la carencias de los otros.

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