Hacia el 2012 sin ruta definida
Columna JFM

Hacia el 2012 sin ruta definida

El PRD no aprende de sus propios errores y cae una y otra vez en ellos, siempre los mismos, siempre disfrazados de un lenguaje de unidad que jamás se manifiesta en los hechos. El congreso de Oaxtepec puede ser calificado de muchas maneras pero jamás el de la refundación de un partido que parece cada día más desgastado y dividido.

El PRD no aprende de sus propios errores y cae una y otra vez en ellos, siempre los mismos, siempre disfrazados de un lenguaje de unidad que jamás se manifiesta en los hechos. El congreso de Oaxtepec puede ser calificado de muchas maneras pero jamás el de la refundación de un partido que parece cada día más desgastado y dividido.

Y si hace seis años la causa de esa división fue la disputa entre López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, hoy lo es la presión del ex jefe de gobierno para volver a ser candidato e imponer la línea del partido dándose el lujo de despreciarlo y no participar siquiera en las deliberaciones del mismo. La lista de desencuentros es larga. La primera y más importante es la cada día más evidente distancia entre López y Marcelo Ebrard. Pese a que todas las últimas encuestas demuestran que el jefe de gobierno supera en aceptación a su antecesor, el peso de éste en el partido es indudable. Pero esa distancia no se da sólo respecto al 2012, es evidente en relación a las líneas políticas que ambos siguen.

El problema es que López sigue manteniendo en el gobierno del DF a sus operadores y Ebrard, en ese sentido parece acotado por su adversario interno. El mejor ejemplo fue que Izquierda Social, la corriente que en el PRD dirige Martí Batres, el poderoso secretario de desarrollo social del gobierno capitalino, fue la que boicoteó la presencia de Ebrard en Oaxtepec, vivando a López Obrador. ¿Qué hace Batres en el gabinete de alguien a quien no apoya? No tiene sentido pero una cosa es evidente: Martí no responde a su jefe de gobierno sino a su jefe político.

El caso Iztapalapa confirma ese enfrentamiento. Que el mismo domingo José Angel Avila, secretario de gobierno del DF, dijera que no ve que en esa delegación haya ingobernabilidad destruye el principal argumento del lopezobradorismo para derrocar a Juanito. Con esa perspectiva podemos ver quizás algo diferente respecto a lo que sucede en Iztapalapa. Quizás dijo la verdad Juanito cuando aseguró que quien le aconsejó que pidiera 59 y no 60 días de licencia fue el propio gobierno capitalino. Quizás fue muy evidente que Clara Brugada, incondicional de Martí y López Obrador, no seguiría la línea marcada por Ebrard sino la de sus jefes políticos, incluso lo demostró rompiendo los acuerdos que se habían logrado con Acosta para que pidiera licencia inmediatamente después de su toma de posesión. Ahora Ebrard tiene la posibilidad de recuperar Iztapalapa vía el propio Juanito (o a través de un tercero) y dejando de lado tanto a Brugada como a la corriente de René Arce y Víctor Hugo Círigo, cada vez más cerca, ambos, de renunciar al PRD.

¿Por qué quedarse con Juanito? Para apuntalar una legalidad que fue rota en la delegación, primero por Brugada que hizo fraude en la elección interna y luego por López Obrador al idear un candidato sustituto en la persona de Juanito, una jugada de la que el ex candidato presidencial ni siquiera informó al gobierno capitalino. Porque además no tienen en la Asamblea Legislativa los 44 votos para separar del cargo, por la razón que sea, a Juanito, salvo que los panistas Federico Döring y Gabriela Cuevas decidan realizar la apuesta política más extraña de los últimos años.

La política de alianza del PRD se convirtió en un galimatías: Jesús Ortega quiere impulsar una estrategia que le permita alianzas con cualquier partido, entre otras razones para recuperar aunque sea algo de los perdido en este año durante los comicios locales del 2010. Como aquí dijimos la idea era avanzar sobre todo en alianzas con el PAN en contra del PRI en varios estados. Esas alianzas ya han sido rechazadas una y otra vez por López y las corrientes que lo apoyan y ese rechazo fue ratificado en Oaxtepec. Se terminó redactando un documento que en los hechos prohíbe las alianzas porque especifica que sólo pueden darse si los otros “aliados” respaldan al candidato y las propuestas perredistas. En algunos casos podrá ser así pero cada día veo menos probable que el PAN (o el PRI) entre a un juego político con tantas condiciones y posibilidades de que no se respeten los acuerdos previos.

Y no hubo más en el congreso. El PRD inicia el camino hacia el 2012 sin conocer la ruta.

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