Beltrán Leyva y la guerra del narcotráfico
Columna JFM

Beltrán Leyva y la guerra del narcotráfico

Se hacía llamar el Jefe de Jefes porque quería ser como Amado Carrillo Fuentes: cómo éste había decidido dar un golpe de timón en el cártel que originalmente lo cobijaba, la llamada Federación, para tratar de quedarse con el control global del negocio del narcotráfico, pero nunca lo logró plenamente. Pero a diferencia del verdadero Jefe de Jefes apeló para lograr su objetivo no sólo a las alianzas con grupos incluso rivales, sino también a desarrollar una violencia extrema, tanto contra las fuerzas del Estado como contra sus adversarios.

Se hacía llamar el Jefe de Jefes porque quería ser como Amado Carrillo Fuentes: cómo éste había decidido dar un golpe de timón en el cártel que originalmente lo cobijaba, la llamada Federación, para tratar de quedarse con el control global del negocio del narcotráfico, pero nunca lo logró plenamente. Pero a diferencia del verdadero Jefe de Jefes apeló para lograr su objetivo no sólo a las alianzas con grupos incluso rivales, sino también a desarrollar una violencia extrema, tanto contra las fuerzas del Estado como contra sus adversarios.

La historia de Arturo Beltrán Leyva está en el corazón de la violencia que hemos vivido en los últimos años. En realidad, el despuntar de la misma se dio desde mediados del 2005 cuando comenzó a resquebrajarse la sólida alianza que había permitido a los sucesores de Amado Carrillo, cobijados en lo que se dio en llamar la Federación, mantener un control hegemónico del tráfico de droga, salvo por la presencia de Osiel Cárdenas en el Golfo y la cada vez más menguada operación de los Arellano Félix en Baja California. Primero se rompió la alianza con el cártel de Juárez, que encabeza Vicente Carrillo, el hermano de Amado. La ruptura se escenificó con el asesinato del hermano menor de Vicente y su esposa en el 2006 en pleno centro de Culiacán. Al observar la división en la Federación y siendo responsables de la seguridad y el control de buena parte de la operación del cártel, decidieron romper con los líderes históricos (el Chapo Guzmán, el Mayo Zambada, Nacho Coronel, el Azul Esparragoza) para imponer su propia organización. Arturo aprovechó la coyuntura: se alió con Vicente Carrillo en Juárez, enfrentado ya a muerte con el Chapo; ante la extradición a Estados Unidos de Osiel Cárdenas se alió con sus sucesores, encabezados por Heriberto Lazcano de los Zetas. También con los sucesores de los Arellano Félix en Tijuana. Y ellos mismos controlaban Sonora (¿por qué se insiste en calificar a los Beltrán como el cártel de Sinaloa si su área de control está en su estado vecino?). De esta forma, los Beltrán Leyva, junto con sus aliados le quitaban a sus adversarios prácticamente todo el control de la frontera norte, desde Tijuana hasta Matamoros, mientras que mantenían en control de buena parte del Pacífico gracias a su histórica presencia en Guerrero, que se extendía hacia Morelos y el Distrito Federal, y con una alianza con La Familia en Michoacán. Eso fue lo que detonó la verdadera guerra entre los grandes cárteles del narcotráfico en todos esos estados. No se trataba de una simple lucha por el control territorial, en buena medida era una lucha, a través de éste, por la sobrevivencia. Se daba la paradoja de que mientras el cártel de Sinaloa (el Chapo, el Mayo y sus socios) tenían los mejores contactos y capacidad de operación para traer droga a México y buena redes de distribución en Estados Unidos, buena parte del litoral y casi toda la frontera norte estaba controlada por sus adversarios, encabezados por sus ex socios, los Beltrán. El conflicto era inevitable y fue escalando cada vez más. Las operaciones realizadas al principio del sexenio y que se mantienen hasta ahora agregaron un factor de conflicto adicional en esa batalla, haciéndola más compleja. Pero por eso mismo eran imprescindibles. Para la recuperación territorial en medio del enfrentamiento entre las bandas y sus sicarios.

La muerte de Arturo Beltrán Leyva afecta todo ese andamiaje: la suya era una organización muy bien aceitada pero de la vieja escuela. Una organización vertical, controlada desde la cúpula por Arturo quien había establecido personalmente las alianzas que le dieron poder. La confrontación por eso se ha vuelto tan personal entre los propios jefes de las distintas organizaciones. Lo que vamos a ver ahora es una doble crisis: por una parte de la propia organización Beltrán Leyva. Si bien queda en libertad uno de sus hermanos, su capacidad de control es mucho menor y se abrirá, por la propia verticalidad de la organización, una lucha entre los lugartenientes por quedarse con el mando. Por otra parte, esos aspirantes a quedarse con el control irán estableciendo nuevas alianzas con sus actuales amigos y adversarios, y se reconfigurará todo el escenario. ¿Qué puede ser previsible que ocurra?. Sin Beltrán Leyva y mientras se procesa su sucesión se debilitarán tanto el cártel de Juárez como los Zetas, y los grupos de Sinaloa querrán recuperar la frontera. Y ahora se les presenta esa oportunidad.

PD: con motivo de las fiestas nos tomaremos unos días de descanso. Una Feliz Navidad y un Próspero 2010 para todos ustedes. Nos reencontramos el lunes 4 de enero.

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