¿Una agresión sin responsables?
Columna JFM

¿Una agresión sin responsables?

La agresión que sufrió Salvador Cabañas en un bar del sur de la ciudad de México debe analizarse más allá de los terribles, lamentables costos humanos e incluso deportivos del caso. Primero se deben evitar las condenas vacías o moralistas del tipo: ¿qué hacía un deportista un domingo a la madrugada en un bar?. Cabañas estaba con su esposa y un cuñado o podía haber estado solo y acompañado por quien quisiera, pero éste no es un caso de moral y buenas costumbres sino de simple seguridad ciudadana. Cualquier persona tiene derecho a estar, si no está violando ninguna norma legal, donde quiera a la hora que sea. Y debería tener la seguridad mínima suficiente de que no va a sufrir una agresión. En la ciudad de México hace muchos que las calles nos han sido arrebatadas a los ciudadanos, sobre todo en las noches. Y esto ocurrió en un local cerrado y supuestamente de élite.

La agresión que sufrió Salvador Cabañas en un bar del sur de la ciudad de México debe analizarse más allá de los terribles, lamentables costos humanos e incluso deportivos del caso. Primero se deben evitar las condenas vacías o moralistas del tipo: ¿qué hacía un deportista un domingo a la madrugada en un bar?. Cabañas estaba con su esposa y un cuñado o podía haber estado solo y acompañado por quien quisiera, pero éste no es un caso de moral y buenas costumbres sino de simple seguridad ciudadana. Cualquier persona tiene derecho a estar, si no está violando ninguna norma legal, donde quiera a la hora que sea. Y debería tener la seguridad mínima suficiente de que no va a sufrir una agresión. En la ciudad de México hace muchos que las calles nos han sido arrebatadas a los ciudadanos, sobre todo en las noches. Y esto ocurrió en un local cerrado y supuestamente de élite.

Los puntos importantes son otros. Primero, ¿quién tiene que garantizar la seguridad de los ciudadanos?. En primer lugar y sin duda el gobierno local. No lo está haciendo: no la garantiza cotidianamente y si vemos la sucesión de hechos que se han dado en locales cerrados, desde el Lobohombo hasta el News Divine y ahora la agresión a Cabañas en el Bar Bar, es evidente que una y otra vez, los malos manejos, las complicidades, la corrupción permiten, propician este tipo de tragedias. Una norma incluye a los tres lugares: tenían permisos y autorizaciones que se escapaban del marco legal y no eran verificados por las autoridades delegaciones. Lo demás sobra. Es sencillo comprobarlo: ¿el Bar Bar era un club privado? Evidentemente no porque no tenía membresía. ¿Quién le otorgó la licencia?. La delegación Alvaro Obregón que desplegó mucha publicidad diciendo que en esa demarcación no se vendería alcohol después de las doce de la noche y la normatividad indica que a las tres de la mañana se tienen que cerrar estos lugares. No sé hasta donde esas medidas sirven para algo, pero lo cierto es que es la norma legal vigente. Y no se cumple.

El Bar Bar recibió su permiso como club privado y nunca más volvió a recibir una inspección o verificación oficial. ¿Cómo puede ser que en cinco años nunca se verifique si un lugar, además de moda, importante, visitado por deportistas, empresarios, políticos, no se verifique para ver si cumple las normas, desde las de seguridad hasta las sanitarias?. Dice el delegado Eduardo Santillán que como no hubo denuncia ciudadana no podían hacer nada. Lisa y llanamente es mentira: no se requiere denuncia ciudadana alguna. Regularmente se verifican innumerables establecimientos comerciales de todo tipo. Aquí no se hizo por alguna consideración especial. Y la delegación Alvaro Obregón ha recibido denuncias constantes de tolerancia con giros negros. Pero el caso es más grave porque desde el 2007 sí había una denuncia de la SSP capitalina sobre ese centro nocturno, con acusaciones de venta de drogas, peleas, disturbios. Ahí estaba la denuncia de la propia policía capitalina y no se hizo nada.

Se podrá decir que son meras suposiciones. Puede ser, pero no deja de ser notable, por ejemplo, que los hechos ocurrieran a las 5.18 de la mañana, los agresores pudieran salir sin ser molestados a pesar de ser habituales del lugar, que se permitiera que se fueran los clientes, se cerraran las puertas, se limpiara el lugar de la agresión y no se permitiera entrar a la policía hasta las diez de la mañana. Imagínese si usted sufre algún percance de este tipo en su domicilio ¿cree que la policía sólo ingresará al lugar hasta que usted lo haya permitido, cuatro o cinco horas después?¿desde cuando un dueño de un bar tiene más autoridad que la fuerza pública que está investigando un delito en flagrancia?

Y por último. Sin duda mucha gente en esta ciudad requiere de custodias, nadie lo duda, pero porqué no normar su funcionamiento. Cualquiera que tenga una custodia debería registrarla y hacerlo con personas autorizadas, lo mismo que los automóviles y equipos que pudieran utilizar. Paradójicamente, las custodias del sector público lo deben hacer, están, por ejemplo en la Policía Federal, estrictamente controladas hasta en su vestimenta, pero las privadas no las controla nadie. En Colombia, por ejemplo, ello es una norma como el registro de todo vehículo blindado. No están prohibidas ni custodias ni carros blindados, pero se exige un simple registro porque unos y otros se consideran de alguna forma un arma, un instrumento de defensa o incluso de ataque. ¿Por qué sería tan difícil implementarlo y no tener que toparse después con criminales con protección como el tal Balderas?

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