La gente, bajo el agua, puede esperar
Columna JFM

La gente, bajo el agua, puede esperar

Las inundaciones en la ciudad de México y su área metropolitana han puesto de manifiesto, una vez más, la improvisación y la falta de trabajo coordinado en las tres instancias de gobierno. Resulta vano el debate sobre si la Comisión Nacional del Agua le avisó o no a la Comisión de Aguas del Distrito Federal sobre si llovería o no. Lo que es evidente es que con esa discusión, los responsables están tratando de lavarse las manos, de echarle la culpa a otro mientras se esperan que pase, literalmente, el temporal. Y luego seguirán como si nada.

Las inundaciones en la ciudad de México y su área metropolitana han puesto de manifiesto, una vez más, la improvisación y la falta de trabajo coordinado en las tres instancias de gobierno. Resulta vano el debate sobre si la Comisión Nacional del Agua le avisó o no a la Comisión de Aguas del Distrito Federal sobre si llovería o no, si lo hicieron por teléfono o vía una comunicación oficial: cualquiera que hubiera seguido los partes meteorológicos por la televisión sabría que llovería y en forma intensa en buena parte de la república, no sólo en el DF. Lo que es evidente es que con esa discusión, los responsables están tratando de lavarse las manos, de echarle la culpa a otro mientras se esperan que pase, literalmente, el temporal. Y luego seguirán como si nada.

Desde 1997 están por escritos los diagnósticos de la CNA respecto a la problemática hidráulica del Distrito Federal y su zona conurbada. En esos documentos, que son públicos, se especificaba con toda claridad que estas inundaciones que estamos sufriendo en los últimos años se producirían inevitablemente si no se tomaban una serie de medidas de fondo para sacar las aguas negras de la ciudad, tomando en cuenta el hundimiento de la misma, el crecimiento de la mancha urbana y lo anacrónico de los sistemas utilizados. Había, en aquella oportunidad, hasta recursos del BIDpara financiar esas obras. No se hizo nada, ni durante el gobierno de Cárdenas, ni en el de Rosario Robles, mucho menos en el de López Obrador, porque se privilegiaron obras como las de los distribuidores viales que están a la vista antes que las hidráulicas que están escondidas. En la Marcelo Ebrard se comenzaron a realizar algunas de esas obras, pero son a todas luces insuficientes. Y a eso se suma que la relación entre el gobierno capitalino y el federal es mala y no existe una cooperación seria.

El punto es que no se puede resolver plenamente el problemas del agua (tanto el desalojarla como el traerla a la ciudad) sin una acción conjunta, de Estado. La ciudad expulsa aguas negras hacia toda la periferia, desde Hidalgo hasta el estado de México y, salvo el drenaje profundo, una obra de los tiempos de López Portillo, y ahora el drenaje oriente, aún sin concluir, todo termina dependiendo de canales expuestos o que han quedado, por el hundimiento de la ciudad (provocado paradójicamente por la sobre explotación de los acuíferos), a una altura mayor de la superficie. Ya no desalojan las aguas porque no tienen pendiente y para ello tienen que ser ayudados con bombas. Si estás no trabajan o se tiene en mantenimiento, como ahora ocurrió, el drenaje profundo, inevitablemente tenemos una inundación de estas características, provocada sí por una tormenta más intensa que lo normal, pero propiciada por una infraestructura que no está en condiciones de soportar prácticamente nada que se aparte de esa normalidad que en cuestiones climáticas es impredecible.

Porque la verdad es que como no hay coordinación y durante muchos años el DF parecía poco preocupado, mientras esas inundaciones se dieran en los municipios periféricos, desde los de Hidalgo hasta Chalco o Nezahualcoyotl en el estado de México, no se hizo nada. Hasta que se comenzaron a inundar colonias capitalinas con regularidad y se dieron hechos como los de Valle Dorado y ahora el Arenal. Pero ahora se debe implementar un programa que comprenda toda la zona metropolitana. Y para eso se requieren acuerdos políticos. Por eso los recursos que existen no se utilizan plenamente: el gobierno del Distrito Federal pese a que era evidente que había que invertir mucho más en infraestructura hidráulica decidió reducir el presupuesto para esas obras. La CNA tampoco ejerció plenamente su presupuesto en el área el año pasado. Nadie quiere comprometer plenamente sus recursos para algo que no va a lucir y cuando los desacuerdos políticos entre las administraciones son evidentes: el gobierno del DF no reconoce al federal, con todas las consecuencias que ello conlleva, sumados a viejos enfrentamientos entre el perredismo capitalino con José Luis Luege; Marcelo Ebrard compite con Enrique Peña Nieto por el 2012, y en ese proceso se distancia con Miguel Osorio Chong en Hidalgo, porque éste se ha convertido en uno de los más cercanos operadores del mexiquense. Y todos esos actores tendrían que ponerse de acuerdo para solucionar el problema. No lo hacen porque sus agendas políticas no lo permiten. Los millones que quedaron bajo las aguas negras pueden esperar.

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