El mensaje del Gral. Galván
Columna JFM

El mensaje del Gral. Galván

Nuestros militares, a diferencia de buena parte de los de otros países latinoamericanos, no suelen invadir el terreno político y cuando lo hacen es en forma sesgada, para enviar los mensajes necesarios con la mayor discreción posible. Un discurso como el del general secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván en el día de la Lealtad, precisamente por eso no puede pasar desapercibido.

Nuestros militares, a diferencia de buena parte de los de otros países latinoamericanos, no suelen invadir el terreno político y cuando lo hacen es en forma sesgada, para enviar los mensajes necesarios con la mayor discreción posible. Un discurso como el del general secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván en el día de la Lealtad, precisamente por eso no puede pasar desapercibido.

No hay prácticamente ninguna institución en el país con la capacidad de tener presencia en todo el territorio nacional, de saber lo que sucede en cada rincón del mismo, mayor que el ejército. Sus mandos suelen provenir de estratos populares, de clases medias y no están formados en la política partidaria, ni sus integrantes en activo participan en la misma, se convierten en especialistas en todos los ámbitos con base en su propio esfuerzos, por eso conocen como pocos el entramado social y las fisuras que éste presenta. Y saben qué es lo que está reclamando la población. Con ese bagaje el general Galván demandó a los partidos políticos acuerdos en los temas sustanciales para salir adelante en las exigencias del país, les pidió poner su empeño e inteligencia en ello, les recordó que los intereses de la Nación deben estar por encima de los electorales y partidarios. El mensaje en esta ocasión fue muy claro, habrá que ver si fue escuchado.

Porque nuestras fuerzas políticas suelen quemar incienso en el altar del ejército pero en muchas ocasiones ello se queda en la retórica, una vez más en lo políticamente correcto. Ejemplos hay muchos: ¿cuánto hace que el propio general Galván pidió a los partidos políticos en el Congreso una revisión de las leyes para que se especifique con toda claridad las atribuciones de las instituciones armadas en la lucha contra el narcotráfico?¿dos años?. Se trata de una iniciativa de ley que allí está desde entonces, y que no ha sido abordada siquiera. Mientras tanto, los soldados y marinos siguen cumpliendo con difíciles y complejas misiones en todo el país amparados, legalmente, con instrumentos insuficientes y con denuncias, provenientes de los mismos partidos que no sacan adelante esas leyes, de que se están extralimitando en sus funciones.

Lo sucedido en Ciudad Juárez, ahora tan de moda en las declaraciones políticas, es una demostración de ello: de algún lado salió que el ejército se retiraría de Juárez y se dieron las versiones más insólitas de ese retiro relacionadas con violaciones a derechos humanos que, sencillamente, no se han dado. Y no escuchamos defensas partidarias de la labor militar en esa ciudad. Pero resulta que la versión era falsa, que cambió la configuración  del operativo en Juárez, pero no se retiró el ejército sino que comenzó a realizar otras acciones. Y tampoco en el ámbito partidario nadie se ocupó de aclararlo. Es verdad, puede haber excepciones, pero son sólo eso.

Otro caso: se cumplió el 3 de febrero un año del asesinato del general Mauro Enrique Tello Quiñones en Cancún. Es el militar de más alta graduación muerto en la lucha contra el narcotráfico. Su asesinato fue literalmente brutal, por la saña con que se realizó y por la traición que supuso que el mismo día de su presentación como encargado de la seguridad en esa ciudad fuera entregado a los sicarios por los propios jefes de policía locales. Ha pasado un año y no pasa nada. Hay detenidos, pero no se sabe qué sucede con ellos ni porqué fue asesinado. El gobierno estatal y la procuraduría local se han desentendido del caso. En la propia PGR no están atendiendo la investigaciónn: le niegan información a sus familiares e incluso, según nos dijo la propia abogada de la familia, Erika García Arévalo, le han dicho que no querían indagar más porque “no fuera a ser que el general estuviera en malos pasos”, lo cual es una difamación innoble de un ministerio público federal. Horas después de que fue hallado el cuerpo del general a uno de sus celulares llegó un mensaje que decía “Qué, todavía estás vivo” y las autoridades federales simplemente dijeron que no era relevante siquiera averiguar quién era el remitente. En el ejército están muy pendientes de esa investigación pero parece que a nadie le preocupa: a un año del crimen no ha pasado nada, aunque los restos del general Tello fueron despedidos con todos los honores por el propio presidente Calderón.

El mensaje del secretario de la Defensa allí está y no debería ser desoído. Los partidos, todos, están demasiado acostumbrados a escuchar sólo sus monólogos interiores.

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