Las opciones de Gómez Mont
Columna JFM

Las opciones de Gómez Mont

Algo pasó porque varios de los periódicos capitalinos publicaron el lunes la misma versión, con las mismas palabras, sobre la renuncia de Fernando Gómez Mont al PAN. Una versión que habla de que el secretario “se fue por la libre” en los supuestos acuerdos con el PRI referentes a la reforma fiscal a cambio del no apoyo panista a la alianza en Oaxaca, acuerdo del que el presidente Calderón se estaría enterando hasta enero pidiéndole entonces a Gómez Mont que intercediera ante los panistas, en lo que fracasó el secretario de Gobernación.

Algo pasó porque varios de los periódicos capitalinos publicaron el lunes la misma versión, con las mismas palabras, sobre la renuncia de Fernando Gómez Mont al PAN. Una versión que habla de que el secretario “se fue por la libre” en los supuestos acuerdos con el PRI referentes a la reforma fiscal a cambio del no apoyo panista a la alianza en Oaxaca, acuerdo del que el presidente Calderón se estaría enterando hasta enero pidiéndole entonces a Gómez Mont que intercediera ante los panistas, en lo que fracasó el secretario de Gobernación.

Es evidente el origen de la versión y por eso la coincidencia, pero hay capítulos que no quedan claros. El presidente Calderón es un político que trabaja sobre esquemas de control muy estricto sobre su equipo, en todos los ámbitos, desde la política y la economía pasando por la seguridad. Sus críticos incluso dicen que ese micro management le hace perder efectividad. La verdad resulta extraño que haya habido un acuerdo de ese tipo y que no haya sido informado. Si fue así, si efectivamente el secretario de Gobernación le dijo del acuerdo hasta enero, resulta extraño pensar que el propio presidente Calderón simplemente le haya dicho a su encargado de la política interior que saliera a convencer a los panistas, siendo evidente que la decisión de seguir con las alianzas no podría haber prosperado sin una luz verde desde Los Pinos. Evidentemente, pese a sus declaraciones públicas, Gómez Mont no podía echar para atrás una decisión que ya había sido tomado con el aval de la propia presidencia, pero en todo caso si no informó al presidente de ese acuerdo estaríamos ante una deslealtad y habría que preguntarse donde estuvieron el Cisen y otras instancias de gobierno que no pudieron enterarse de dicho acuerdo.

La pregunta es porqué entonces se queda Gómez Mont en Gobernación o porqué el presidente Calderón lo mantiene en ese cargo: tendría que dejar esa posición. Una hipótesis que se ha manejado es que, de esa forma, podría sacar adelante, ya como independiente, algo de la agenda legislativa. Es posible, pero definitivamente no serán en los términos de la agenda presidencial: habrá quizás una reforma política y una fiscal, pero estarán, más que nunca marcadas por la propia agenda priista.

La otra posibilidad es que el secretario se quede, como se ha insistido, porque busca una precandidatura presidencial, incluso desde una plataforma independiente, una de las propuestas, precisamente, de la iniciativa presidencial de reforma. No es descabellado, pero nadie podría negar que si alguien conoce los entresijos del poder es Gómez Mont y sabe dos cosas: primero, que muy difícilmente los partidos van a aceptar las candidaturas independientes, y segundo que en estas condiciones es casi imposible que alguien sin partido que lo respalde puede llegar a ganar la presidencia de la república.

Pero dicen que siempre sí, que el secretario tenía o tiene aspiraciones presidenciales. Puede ser, pero si es así y si la idea es lanzar una precandidatura, Gómez Mont sólo estaría esperando que desde la propia presidencia existiera un desconocimiento de su labor para presentar su renuncia. Hace casi exactamente seis años eso fue lo que ocurrió con Felipe Calderón, cuando era secretario de energía y se le organizó un acto en Jalisco (preparado por Francisco Ramírez Acuña) para lanzar su precandidatura. El entonces presidente Fox le hizo una suerte de regaño público y Calderón renunció a su cargo acusando, implícitamente, que los dados estaban cargados a favor de otro precandidato. Fue ese gesto el que le permitió ganar primero la candidatura y luego la presidencia. En ambas historias, la actual y la de hace seis años parece haber muchos paralelismos aunque sean formales.

Pero quizás hay otro componente: la opción B. Nada garantiza que las alianzas impulsadas por el PAN y el PRD tengan éxito. ¿Qué sucedería si el PAN pierde Oaxaca, Puebla, Durango, Hidalgo?. De todas ellas, la única con condiciones de competencia real parece ser la primera, pero ni siquiera así es seguro un triunfo de la alianza. Si el equipo presidencial y la cúpula del PAN, incluyendo el ala opositora de Santiago Creel, apoyaron esas alianzas, ¿quién se podría presentar como una alternativa en el panismo?. Quien haya denunciado que esa estrategia estaba condenada al fracaso. Y para entonces, no falta demasiado para saberlo, mantenerse en la secretaría de Gobernación sería una buena plataforma de despegue. Y recordemos que en septiembre se debe renovar la dirigencia nacional del PAN. Por lo pronto hacia mucho tiempo que un miembro del gabinete no tenía tanto espacio y suscitaba tanto interés mediático.

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