Reforma política y un barco a la deriva
Columna JFM

Reforma política y un barco a la deriva

La iniciativa de reforma política que presentó el grupo parlamentario del PRI en el senado, tiene, como la enviada por el presidente Calderón, muchos puntos que pueden ser útiles para reformar el sistema político, pero ambas parten de posiciones antagónica en su propio fundamento: contar con un Ejecutivo fuerte y con posibilidades de operación, buscando mecanismos de decisión y representación ciudadana directa, o avanzar en forma bastante clara hacia una suerte de parlamentarismo donde el poder real estaría cada día más en el congreso. La primera opción anima el espíritu de la iniciativa presidencial, la segunda la presentada por el PRI en el senado.

La iniciativa de reforma política que presentó el grupo parlamentario del PRI en el senado, tiene, como la enviada por el presidente Calderón, muchos puntos que pueden ser útiles para reformar el sistema político, pero ambas parten de posiciones antagónica en su propio fundamento: contar con un Ejecutivo fuerte y con posibilidades de operación, buscando mecanismos de decisión y representación ciudadana directa, o avanzar en forma bastante clara hacia una suerte de parlamentarismo donde el poder real estaría cada día más en el congreso. La primera opción anima el espíritu de la iniciativa presidencial, la segunda la presentada por el PRI en el senado.

Hay entre ambas algunas coincidencias: la principal la reducción de diputados y senadores y la posibilidad de reelección de legisladores a todos los niveles. La idea en la propuesta priista es mantener a los actuales 300 diputados de elección directa y reducir los plurinominales de 200 a 100. En la propuesta presidencial se reduce en un tercio tanto uninominales como pluris. En el senado, existe coincidencia en que deben desaparecer los senadores de representación proporcional porque viola el espíritu constitucional el que algunos estados estén más representados que otros. La reelección sería por dos periodos consecutivos por las diputados (locales o federales) y por uno para los senadores. En los hechos un diputado podría estar en es cargo hasta nueve años y un senador doce.

Hasta ahí los acuerdos. El principal punto de diferencia estará en que los senadores quieren ratificar a todo el gabinete tanto el legal como el ampliado, salvo los secretarios de Defensa y Marina e incluso que el procurador general de la república sea elegido directamente por la cámara alta, sin la intervención presidencial. Cada secretario debería, además, entregar un informe semestral de labores y se establecen mecanismos para declarar el estado de excepción y se normaría con claridad la falta absoluta del jefe del ejecutivo que debería ser reemplazado por el secretario de gobernación en turno.

Hay poco más en ambas iniciativas que pudiera ser compatibilizado, pero lo que se debe definir con claridad es hacia dónde se quiere avanzar. Decía Séneca que “cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable”. Hoy no sabemos hacia dónde va ni qué es con claridad nuestros sistema político, y no podemos seguir remendando un sistema cuyos rendimientos son cada vez más decrecientes. Y en eso no hay claridad porque confluyen muchos intereses de sector y particulares que prefieren que el sistema, en uno u otro sentido, no se fortalezca, sino que siga en la indefinición. ¿Realmente los gobernadores, por ejemplo, prefieren un ejecutivo federal más fuerte?¿realmente prefieren que existan mecanismos de control sobre su gestión?¿realmente nuestros diputados y senadores están representando los intereses de sus electores o prefieren un mecanismo parlamentario sólo para tener más poder y defender mejor sus intereses partidarios?¿el Ejecutivo realmente puede articular una mayor capacidad de concentrar atribuciones con mecanismos eficaces de consulta y participación ciudadana o se trata de una medida para acotar el poder del legislativo?¿al poder ratificar a todos los integrantes del gabinete el legislativo actuará con madurez o veremos ante cada designación una crisis permanente, un intento de impedirle gobernar al presidente en turno?

Porque está muy bien copiar modelos que han funcionado en otras naciones, pero no se debería olvidar que en última instancia cualquier sistema democrático funcionará o no con base en los demócratas que sean parte del mismo. Y en muchas ocasiones los ejercicios de responsabilidad política y social están demasiado alejados de nuestros legisladores, que no en vano tienen la peor percepción  de la ciudadanía, incluso por debajo de las policías. Algo tienen que estar haciendo muy mal para que la percepción ciudadana sobre el congreso sea tan pobre. Para avanzar en esas reformas, cualquiera de las dos (o las tres si sumamos la que presentará en los próximos días el PRD) se necesitan, primero, demócratas, y segundo, como un capítulo fundamental, tener absoluta claridad de hacia dónde se quiere ir, navegar con rumbo. Hoy nuestro sistema político parece un barco a la deriva.

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