Juárez: el modelo y el desafío
Columna JFM

Juárez: el modelo y el desafío

Durante mucho tiempo la administración Calderón ha mantenido la duda sobre qué hacer en las áreas de seguridad, a quién o quiénes otorgar los mandos de los distintos operativos, incluso dificultades serias para establecer mandos únicos en ellos. Esto provocó muchos problemas, incluso entre los propios miembros de esos equipos, profundizó diferencias entre ellos, hizo que se adoptaran medidas que luego eran matizadas o no implementadas completamente y debilitó los mecanismos de control porque al no estar concentradas y perfectamente delimitadas las responsabilidades, como siempre ocurre, cuando hay muchos responsables a la hora de la verdad no lo es ninguno.

Durante mucho tiempo la administración Calderón ha mantenido la duda sobre qué hacer en las áreas de seguridad, a quién o quiénes otorgar los mandos de los distintos operativos, incluso dificultades serias para establecer mandos únicos en ellos. Esto provocó muchos problemas, incluso entre los propios miembros de esos equipos, profundizó diferencias entre ellos, hizo que se adoptaran medidas que luego eran matizadas o no implementadas completamente y debilitó los mecanismos de control porque al no estar concentradas y perfectamente delimitadas las responsabilidades, como siempre ocurre, cuando hay muchos responsables a la hora de la verdad no lo es ninguno.

Juárez fue un ejemplo de ello. Cuando, antes de los hechos de Villas de Salvarcar, se anunció una nueva estrategia para tratar de recuperar esa ciudad, se decidió que sería la Policía Federal la que tomaría el control de la ciudad en sí, con el ejército cubriendo las zonas periféricas y las áreas de entrada y salida a la ciudad. Pero se manejó tan mal, se anunció, sin ser cierto, que el ejército era retirado de esa lucha, se mezcló el tema con la muerte de los jóvenes y todo quedó en la nada. En un verdadero vacío. Y en la indefinición gubernamental.

Lo que comenzó a ocurrir en Juárez durante estos días, por el contrario, debe ser visto con mucha atención porque se está cambiando un paradigma. La llegada a esa ciudad de miles de elementos de la Policía Federal no es un movimiento de rotación de fuerzas más. En los hechos, si ahora no hay marcha atrás, implica que finalmente se decidió otorgar el control de esa plaza y la estrategia de seguridad local a la Secretaría de Seguridad Pública federal, con todo lo que ello implica. En los hechos, hasta ahora, en la enorme mayoría de los operativos implementados, el mando estaba fragmentado o quedaba, también fragmentado, en manos del ejército mexicano. De la misma forma que Tijuana de alguna manera se convirtió en un modelo a seguir con un mando unificado y depuración de policías estatales y municipales (con todos los grises que puede haber en ello) y en donde las fuerzas militares tuvieron un papel protagónico, Juárez se había convertido en el mejor ejemplo de lo contrario: se definieron diferentes estrategias pero no había ni un mando único claro ni tampoco se tomaron las decisiones formales, institucionales, necesarias para que lo hubiera.

Ahora, nos sin muchos debates internos, marchas y contramarchas, se ha decidido que será la Policía Federal la que tendrá el control de Juárez y deberá implementar la estrategia para recuperar la seguridad y la ciudad para sus residentes. Se modificará casi todo: habrá nuevos mecanismos de despliegue de fuerzas, de operación, de aproximación a la gente, de seguimiento a las denuncias ciudadanas y una apuesta altísima a la inteligencia y la informática. Lo que se intenta hacer es bastante evidente: si algún día se quiere regresar al ejército a sus funciones naturales, si se quiere concentrar la fuerza militar en objetivos muy claros y no tener tan dispersa (una fuerza militar por definición no puede actuar demasiado tiempo expuesta a la dispersión de sus elementos) se requiere que esos espacios vayan siendo ocupados por la Policía Federal, más aún si algún día se saca adelante el tema de las 32 policías estatales con mando único y coordinación estrecha con la PF. Y ahora en Juárez se pone a prueba, por primera vez en forma plena, ese nuevo modelo.

El presidente Calderón ha dicho muchas veces que uno de sus legados en materia de seguridad debería ser la entrega de una Policía Federal operativa y con capacidad de despliegue nacional. Con todas las limitaciones del caso y con las dificultades casi obvias que existen en ese ámbito, esa Policía ya existe, ya tiene más de 30 mil integrantes, tiene capacidades de operación y recolección de información muy altas y tendrá, en Juárez, la oportunidad de demostrar si todo eso se puede transformar en una Policía también exitosa. Sería lo mejor para Juárez, pero también para todos nosotros.

El anticristo

Me lo dijo la señora que preparaba y vendía tortas en el muelle de Zihuatanejo a quienes en la madrugada intentábamos salir a pescar. ¿Usted es el periodista?, me preguntó. Asumí que era a mi al que le hablaba. Me dijo entonces que no nos equivocáramos con eso del narcotráfico. Que sí, que esos señores por ahí andaban, pero que en realidad, todas esas muertes terribles eran porque el Anticristo ya estaba en la tierra y había elegido México para quedarse. No son los narcos, es el Anticristo que anda matando entre nosotros, insistió. ¿Quién era yo para tratar de convencerla de lo contrario?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil