El costo político del caso Paulette
Columna JFM

El costo político del caso Paulette

¿Cuál va a ser el costo político del caso Paulette para el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto?. La actuación de la procuraduría estatal ha sido desastrosa en la investigación de mayor exposición pública en muchos años y las contradicciones y dudas sobre su desempeño crecen día con día.

¿Cuál va a ser el costo político del caso Paulette para el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto?. La actuación de la procuraduría estatal ha sido desastrosa en la investigación de mayor exposición pública en muchos años y las contradicciones y dudas sobre su desempeño crecen día con día. El manejo tanto pericial como de medios del procurador Alberto Bazbaz no sólo ha dejado muchísimo que desear sino que también ha demostrado un nivel de incompetencia por lo menos preocupante: en apenas unos días, el procurador habló de un secuestro; de una desaparición interna; arraigó a los padres y a las nanas, para investigar un presunto asesinato; luego misteriosamente apareció el cuerpo de la niña en un lugar donde había estado todo mundo y donde más misteriosamente aún, sus restos no habían entrado en descomposición ni generaban olor alguno;  confirmó entonces que se trataba de un homicidio y dio a conocer un estudio forense que decía que la niña había sido asfixiada;  puso a la madre de Paulette como principal sospechosa e indiciada; filtró información sobre la vida privada de la madre e ignoró la del padre; luego liberó a los cuatro arraigados sin ninguna explicación, como tampoco las había dado al arraigarlos; y ahora nos quieren convencer de que todo se debió a un accidente.

No se pueden cometer tantos errores en la administración de la justicia. Hay quienes defienden al procurador diciendo que en última instancia la investigación, como él mismo dijo, será determinada por lo que diga “la ciencia” o sea los estudios periciales, y que quienes los realizan son gente seria. Pues “la ciencia” en este caso está fallando: el punto central de la investigación es establecer cuándo murió Paulette, porque eso incluso permite esclarecer buena parte de los demás interrogantes. Y no puede ser que se nos diga en un estudio pericial que murió en algún momento entre el 22 y el 30 de marzo. El que Paulette haya estado todo esos días bajo el colchón, como se ha dicho, es de por sí inverosímil: se revisó el cuarto hasta con perros, allí se dieron entrevistas de televisión, durmieron en el lugar por lo menos tres personas diferentes; la cama fue hecha en varias oportunidades y nunca se encontró nada ni se percibió nada extraño, aunado al hecho que según las propias fotografías difundidas por la procuraduría el cuerpo no acusaba un proceso avanzado de descomposición. El cuerpo todo indica que fue sembrado en el lugar cuando el mismo supuestamente era preservado por agentes ministeriales. Pero además apareció luego de un prologado corte de luz que afectó precisamente ese condominio. Ante todo ello, insistimos, la explicación oficial resulta inverosímil.

Pero lo que no es sostenible de ninguna forma es que no se pueda establecer con bastante exactitud la fecha de la muerte de Paulette. No hay que ser protagonista de la serie CSI para poder hacerlo. Se trata de estudios relativamente sencillos y todos los especialistas que han sido consultados aceptan que quizás no se pueda determinar con exactitud la hora de su muerte pero por supuesto que sí la fecha, simplemente por las condiciones en las que se encontró el cadáver. Incluso si éste hubiera sido congelado, ello se puede comprobar con un estudio forense. Decir que eso no es posible y establecer como fecha de la muerte los ocho días que pasaron desde su desaparición hasta el hallazgo del cuerpo es, sencillamente, una forma de escamotear la verdad en el punto central de la investigación.

La pregunta es porqué. En este tema ha habido todo tipo de versiones, fundadas o no, que van desde las relaciones políticas de la familia hasta razones económicas. Nadie lo sabe con exactitud, pero por lo pronto para hablar sobre el tema han aparecido desde el ex gobernador Arturo Montiel hasta el propio Peña Nieto. Montiel pertenece ya al pasado político, independientemente de la influencia que pudiera conservar en su estado, pero Peña Nieto está apostando en forma muy alta al futuro: hoy es el precandidato presidencial con mayores posibilidades de llegar a Los Pinos en el 2012. Y la forma en que se resuelva este caso será determinante para la percepción que se tenga de su capacidad de gobernar, de hacer justicia y de administrar una crisis. Hasta ahora, no ha salido en absoluto bien librado de este desafío y limitarse a expresar la confianza en su procurador no parece alcanzar para responder a las dudas que se han generado. En las crisis hay que tomar decisiones y exponerlas con claridad, no dejar que el paso del tiempo todo lo cure.

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