PGR-TEC: un informe vacío
Columna JFM

PGR-TEC: un informe vacío

Resulta desconcertante la presentación que realizó la PGR sobre la muerte de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, José Mercado Alonso y Javier Arredondo Verdugo, ocurrido el 19 de marzo pasado, en la puertas del propio campus universitario, en un enfrentamiento entre militares y sicarios del narcotráfico a la medianoche.

Resulta desconcertante la presentación que realizó la PGR sobre la muerte de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, José Mercado Alonso y Javier Arredondo Verdugo, ocurrido el 19 de marzo pasado, en la puertas del propio campus universitario, en un enfrentamiento entre militares y sicarios del narcotráfico a la medianoche.

Resulta desconcertante porque se mostraron, en una conferencia de prensa muy desorganizada, algunos videos que no son concluyentes, y lo único que quedó en claro es que uno de los jóvenes recibió un disparo de un calibre que no utiliza el ejército. También quedó en claro que en última instancia no se quiere terminar de asumir el hecho real: los dos estudiantes murieron en el fuego cruzado entre los militares y sicarios, en una acción donde los primeros fueron emboscados por los segundos, luego de un enfrentamiento callejero que utilizaron para llevar a los soldados, durante la persecución, al punto, a la entrada del campus, donde los esperaban emboscados los agresores. En medio de esa emboscada cayeron Jorge y Javier: los dos jóvenes quedaron en un espacio donde no pudieron salir.

Ese es el hecho evidente. Y esa verdad no tendría que ser tan difícil de admitir. Se complican las cosas porque hay un punto oscuro que en circunstancias normales también se tendría que explicar con claridad: entre que terminó el enfrentamiento, cerca de la una y media de la mañana hasta que se le permitió el ingreso a los peritos de la procuraduría local, pasaron dos horas y media. Según versiones oficiales en ese lapso se retiraron las pertenencias que portaban los estudiantes, entre ellas sus credenciales. Y en ese contexto la primera información señalaba que las víctimas habían tomado parte del enfrentamiento. Evidentemente no era así. ¿Qué sucedió?. La explicación parece ser evidente: los soldados que participaron en el operativo y que no vieron si las víctimas eran parte o no de los agresores, fueron a revisar los cuerpos y tomaron la información que allí había para saber quiénes eran. Ahora sabemos que Jorge y Javier eran becados de excelencia que no tenían nada que ver con los delincuentes y que tuvieron la desgracia de encontrarse en medio de un fuego cruzado brutal. La madrugada del 19 de marzo eso no se sabía. ¿Por qué sería tan difícil admitirlo?.

Seguramente en todo eso habrá responsabilidades entre el personal que participó en el operativo, pero no nos engañemos: no fue por lo que sucedió durante el enfrentamiento. Estamos hablando de una emboscada donde el personal militar es agredido desde tres puntos diferentes, en un lugar, la entrada del campus, que eligen los agresores y donde los militares responden el fuego durante una hora y media en plena noche. El destino marcó que Jorge y Javier estuvieran en ese lugar en ese momento y que evidentemente, como se vio en las partes de los videos que se mostraron, no supieran qué hacer, a dónde dirigirse porque había disparos por todos lados, estaban en medio de un fuego cruzado.

Es triste, lamentable y muy probablemente se cometieron irregularidades en la escena de los hechos cuando concluyó el tiroteo, el mayor error es haber dicho, originalmente, que los jóvenes habían sido parte de los agresores y en eso tiene que haber responsables. Pero no nos engañemos: no hubo una agresión directa sobre los estudiantes, no fue un escenario buscado por la tropa para generar un enfrentamiento o para detener a alguien, no hubo un operativo sino una emboscada en contra de fuerzas de seguridad. Y en lo personal me sigue asombrando que ciertos sectores de la opinión pública estén mucho más indignados y buscando el castigo de los agredidos en  lugar de los agresores, en una lógica que pareciera sustentarse en el criterio de que si no se responden las amenazas o no se persigue a los delincuentes, estas cosas no pasarían. Y ello es una suerte de triunfo cultural de los propios delincuentes que redunda en un golpeteo mediático contra fuerzas militares que, deberíamos recordar que han sido enviadas a distintos lugares del país a cubrir los espacios que dejan fuerzas de seguridad locales profundamente permeadas por el crimen organizado.

Paradójicamente, a ello coadyuva una presentación tan parcial, tan poco clara, con pocos elementos contundentes y tan desorganizada como la que hizo la PGR donde no quedó en claro siquiera a quién estaba responsabilizando la procuraduría o si sólo estaba dando una respuesta política a un tema que se había salido de cauce. No se ganó nada y posiblemente se perdió la oportunidad de actuar con seriedad y madurez en un tema tan delicado.

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