El destino de Villanueva
Columna JFM

El destino de Villanueva

La extradición de Mario Villanueva a Estados Unidos cierra un largo capítulo de la historia de corrupción de un gobernador que terminó trabajando con el narcotráfico y colocando a su estado, Quintana Roo, al servicio de los intereses del crimen organizado, propiciando un proceso de descomposición política cuyas secuelas aún sufre esa entidad.

La extradición de Mario Villanueva a Estados Unidos cierra un largo capítulo de la historia de corrupción de un gobernador que terminó trabajando con el narcotráfico y colocando a su estado, Quintana Roo, al servicio de los intereses del crimen organizado, propiciando un proceso de descomposición política cuyas secuelas aún sufre esa entidad.

Mario Villanueva trabajó con el cártel de Amado Carrillo: no fue un narcotraficante que se ensuciara las manos en ese comercio, simplemente, según los testimonios que tiene en su poder la juez  de Nueva York que lo acusó desde hace años, cobraba un porcentaje de dinero por cada embarque de cocaína que ingresaba al estado. Hacía lo mismo en el ámbito de la migración ilegal, sobre todo de jóvenes cubanas que terminaban trabajando en la zona turística, en muchos casos relacionadas con el turismo sexual. Había hecho conexiones muy sólidas con el gobierno cubano que provocaron la caída, cuando Villanueva huyó a Cuba días antes de entregar el poder, del entonces canciller Roberto Robaina y del secretario de Turismo de la isla, Osmani Cienfuegos.

Durante su administración se cansó de amenazar, de agredir e incluso de ordenar muertes de personas que los denunciaron o investigaron: en los hechos su caída comenzó cuando luego de que Villanueva ordenara la “expulsión” del cónsul de Estados Unidos en Cancún (algo para lo cual obviamente no tenía atribución alguna, lo que no impidió que colocara por la fuerza al cónsul en un avión y lo enviara a Houston), se presentaron quejas diplomática y de organismos antidrogas de la Unión Americana, y un grupo de inteligencia militar, cuando era secretario el general Enrique Cervantes, fue enviado al estado para investigar qué estaba sucediendo. La gente de seguridad de Villanueva, los secuestró, los torturó, uno de los militares murió y los demás fueron arrojados en Campeche. La historia la contamos con mucho detalle en los libros Narcotráfico y Poder (Rayuela editores, 1999) y El otro poder (Aguilar Nuevo Siglo, 2001).

Desde entonces la investigación sobre Villanueva, que había comenzado meses atrás por las extorsiones que realizaba contra importantes empresarios, entre ellos Roberto Hernández, resultaron imparables. Se fugó con la complicidad del entonces gobernador de Yucatán, Víctor Cervera Pacheco, desde el propio palacio municipal de Mérida, días antes de entregar el poder a Joaquín Hendrix (al que al inicio de su administración había hecho huir del estado, escondido en la cajuela de un automóvil). Estuvo prófugo casi dos años y finalmente, ya detenido, estuvo en el penal de máxima seguridad de La Palma y luego en el reclusorio Norte, con fines de extradición.

Una semana antes de su fuga Villanueva fue a las que eran entonces mis oficinas particulares. Me había amenazado en varias oportunidades por las investigaciones que había realizado sobre las relaciones de su administración con el narcotráfico. Cuando sus custodias literalmente tomaron mi oficina pensé lo peor, pero Villanueva llegó aquel día ya derrotado. No hubo amenazas sino explicaciones de un hombre que enrollaba la corbata entre sus dedos y que decía que todo lo que se había dicho respecto a sus negocios era verdad pero que él no había participado en el narcotráfico. Le dije que de eso lo acusaban el gobierno federal, el ejército, la DEA, una corte de Nueva York. Luego de unos 15 minutos se fue. Días después ya estaba prófugo.

Resulta increíble pero en Quintana Roo, Villanueva todavía tiene seguidores, sobre todo entre quienes hicieron carrera política y magníficos negocios durante su gestión. Hace apenas algunas semanas, cuando entraba ya en la recta final el proceso de extradición, se realizaron algunas manifestaciones en Chetumal y se pagaron desplegados en la prensa. No dejó de ser significativo que todo ello tuviera el apoyo del gobierno del estado. Ahora dirán que la extradición de Villanueva, que finalmente fue enviado a Estados Unidos el sábado, se debe a una forma de presión previa a la campaña electoral en Quintana Roo. No es así, simplemente se agotaron las instancias legales que había presentado una y otra vez a lo largo de más de ocho años Villanueva. Habrá que estar pendientes de lo que suceda  en el proceso que se iniciará en una corte de Nueva York. Por lo pronto y aunque sea un personaje del pasado es el primer gobernador, acusado mientras estaba en funciones, que terminó ante la justicia de México y ahora de los Estados Unidos.

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