México debe colombianizarse
Columna JFM

México debe colombianizarse

Para estas mismas fechas hace seis años habían estallado ya los famosos videos de Carlos Ahumada exhibiendo a René Bejarano y otros miembros del equipo cercano a Andrés Manuel López Obrador recibiendo dinero del empresario. También habíamos visto a Gustavo Ponce Meléndez, secretario de finanzas del DF, jugando ciento de miles de pesos en la sala VIP del Bellagio en Las Vegas. Y había comenzado ya el proceso que terminaría con el desafuero del propio López Obrador por desacato al poder judicial.

El domingo Juan Manuel Santos, ex ministro de defensa de Colombia se convirtió en el heredero de quien fue su jefe político, el presidente Alvaro Uribe. Ganó Santos con 69 por ciento de los votos, mientras que Uribe, luego de ocho años de mandato, mantiene sus índices de popularidad por encima del 70 por ciento. La gente apostó por la continuidad. Por una línea que no se aparta un ápice de la estrategia de seguridad democrática recuperando el control del territorio; por el crecimiento económico sustentable y, ahora recuperada la estabilidad y la seguridad, por una amplia política social.

Durante años hablamos en México de los peligros de colombianización, pero, en los hechos, México ha ido perdiendo espacios en la lucha contra el crimen organizado mientras Colombia ha logrado avances notables. Hace diez años México tenía una situación relativamente controlada en la lucha contra el narcotráfico: habían ocurrido situaciones muy graves como la traición de Jesús Gutiérrez Rebollo, pero también había muerto Amado Carrillo y buena parte de los capos de los distintos cárteles estaban muertos o detenidos. En el ámbito de la seguridad se habían comenzado a establecer instituciones más sólidas y existía una colaboración , al final del gobierno de Ernesto Zedillo, bastante sólida entre el ejército, la naciente policía federal y la PGR, por lo menos con lo que ahora es la SIEDO. La coordinación se daba desde Gobernación, donde operaba un eficiente Cisen, con estados que tenían muchos problemas pero que respondían a las estrategias del gobierno federal. Pero durante la administración Fox todo eso se fue perdiendo. Y hoy tenemos una estrategia conceptualmente correcta pero situación crítica por el desafío del narcotráfico pero también por la balcanización del poder, por las diferencias internas en el gabinete de seguridad, por la poca delimitación de responsabilidades y funciones entre dependencias federales, estatales, municipales, porque entre los tres poderes de la Unión no se trabaja en forma coordinada en el tema y mucho menos entre el gobierno federal y las entidades federativas. Todo eso en un contexto donde no hay reformas, la economía crece marginalmente y los desacuerdos políticos aumentan día con día.

Colombia durante la época de Uribe hizo exactamente lo contrario: centralizó el poder y sus cuerpos de seguridad; militarizó su policía única; estableció una estrecha coordinación con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia y sus respectivos servicios de inteligencia para trabajar en forma conjunta; aceptó el Plan Colombia porque sabía que sin la participación activa de Estados Unidos no podría doblegar a las FARC y a los cárteles que con el paso del tiempo se habían convertido en lo mismo. En el contexto del sistema de seguridad democrática dieron una lucha frontal contra la corrupción; realizaron una reforma judicial, para pasar al sistema oral y acusatorio, que comenzó de inmediato y ha ido avanzando en forma progresiva pero constante; negociaron con grupos beligerantes como los paramilitares para lograr desmovilizarlos, como hicieron con muchos grupos de las propias FARC. Como se hizo en México se declaró la guerra al narcotráfico y a los grupos de la guerrilla que controlaban hasta un tercio del territorio y tenían apoyos y base en países vecinos como Ecuador y Venezuela. Pero a diferencia de México ello se asumió como un compromiso nacional: lo tomó la presidencia pero también lo tomaron los partidos, el congreso, los medios, los empresarios y los sindicatos. Y todo el esfuerzo nacional se concentró en recuperar el territorio perdido: si hace ocho años no se podía transitar por las carreteras, hoy el Estado tiene control pleno de ellas; si hace ocho años Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, por hablar sólo de las ciudades mayores, eran objetos de atentados, violencia, secuestros (que se contaban por miles) y robos, hoy tienen niveles de seguridad absolutamente normales. Eso se reflejó en inversiones y en una economía abierta. Colombia exporta hoy tres veces más que hace ocho años, mientras que la inflación pasó del 7 al 2 por ciento y la economía ha crecido en forma constante, incluso a pesar de la crisis.

¿Cuál es la diferencia?. El proyecto de nación, una clase política depurada y convencida de que existía una causa común, la decisión de las autoridades y la gente de que no se podía continuar por el mismo camino, encarando todas las reformas que se tenían que realizar y asumiendo todos los esfuerzos y combates, de todo tipo, que ello conllevaba. Por eso Santos ganó con 69 por ciento de los votos, mientras la balcanización política crece en nuestro país.

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